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Pronto los coches se pusieron en marcha y los cuatro emprendieron su camino con destino al lejano hospital, estando David, Rubén y Guillermo en uno y los padres del menor en otro. La comunicación con los De Luque había durado lo mismo que la de ellos con la enfermera que les había dado la noticia, por lo que fue cuestión de tiempo para que ellos también estuviesen en la carretera con los ojos inyectados en lágrimas y los nervios a flor de piel.

Los tres coches iban juntos, uno detrás del otro, los tres con la misma necesidad y nerviosismo, lo tres cargados de personas que lo único que querían era llegar a destino y encontrarse con aquella persona que habían llorado hasta el cansancio.

El coche de David iba en silencio pero Guillermo sabía que, al igual que él, sus dos compañeros estaban tan movilizados como él. Era una mezcla entre felicidad y agonía lo que rodeaba su entorno, una mezcla que le daba esperanza de la misma manera que se las quitaba. Los tres iban en silencio pero llorando, los tres acompañándose en un momento que creyeron que tardaría muchísimo en llegar y que no lo haría con buenas noticias.

Para su suerte, las cosas habían sido diferentes.

Samuel estaba vivo y no importaba nada más.

Deathbeds [Wigetta]Where stories live. Discover now