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Guillermo salió de la habitación tan rápido como sus piernas se lo permitieron y corrió por los pasillos de terapia intensiva hasta que encontró a Ángela, a quién prácticamente arrastró hasta donde estaba Samuel para que lo ayudase con lo que fuese que le estuviese ocurriendo. Sentía su corazón palpitar con fuerza contra su pecho y su garganta picar mientras intentaba explicar superficialmente lo que estaba ocurriendo, causando que pronto su respiración se acelerase tanto como lo había hecho la de Samuel instantes atrás. Estaba asustado y alterado, preocupado por la posibilidad de que aquella reacción llevase a su novio de nuevo al coma.

Ángela no pudo evitar abrir los ojos con pánico cuando entró a la habitación y, en lugar de encontrarse con un desorientado y recién despierto paciente, se encontró con Samuel intentando quitarse las vendas de los brazos rascándolas desde sus muñecas. La chica corrió hasta la camilla e intentó controlar los movimientos del internado, no obteniendo muy buenos resultados.

-¡Guillermo, ayúdame!- le exigió al chico al notar que no podría hacerlo sola, sacando al nombrado de su trance. Había sido tanta la sorpresa de ver a su novio así que no había podido moverse del umbral de la puerta –Toma su hombro y su mano y sostenlo contra el colchón- ordenó la chica y Guillermo obedeció, evitando así lastimarlo y que Samuel siguiese con sus intentos de quitarse las vendas.

El mayor no hacía más que zarandearse de un lado al otro de la camilla mientras intentaba liberarse del agarre de los contrarios con los ojos cerrados y el ceño fruncido, causando que el pecho de su novio pronto se llenase de angustia. Samuel se había quitado el tubo de oxígeno y los cables de su pecho, por lo que el pitido que antes marcaba los latidos de su corazón ahora sonaba sin pausas, llenando la habitación de un sonido tan desesperante como la situación que estaban atravesando.

Deathbeds [Wigetta]Where stories live. Discover now