Deathbeds [Wigetta]

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Las semanas pasaban y el tratamiento de Samuel continuaba con subidas y bajadas constantes, aunque estaba orgulloso de poder decir que había más subidas. 

A pesar de que los cambios en sus pensamientos eran casi inevitables y que, tarde o temprano, terminaba cayendo en los malos pensamientos, daba lo mejor de si para recuperarse, incluso hasta más. Su visión de la vida había cambiado drásticamente, convirtiéndose rápidamente en una montaña rusa de emociones descontrolada pero que, al final del día, lo dejaba dormir tranquilo. No sabía si eran las pastillas, el psicólogo, el psiquiatra, Mangel, Alex, sus padres, sus amigos o Guillermo y sus cartas, las opciones eran bastantes variadas, pero algo lo ayudaba a conciliar el sueño noche tras noche a pesar de todo.

Quizás era él mismo, que estaba logrando mejorar, pero esa era la última de las opciones.

Y en el camino, sus días se llenaban de risas, lágrimas, miedos y esperanzas compartidas con Alex y Mangel, de pastillas, charlas, talleres y recuerdos. En el camino, su habitación se llenaba de sobres abiertos y cartas, cuadernos a medio escribir y lápices tirados, de ganas de salir y reencontrarse con todos los que lo esperaban fuera y de demonios que dificultaban las cosas y lo obligaban a quedarse allí, alejado de todo.

Seguía costando, pero lo intentaba. 

Aun había una parte de él que quería morir, pero seguía apostando por quedarse con vida.