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Haber conseguido el alta los tres al mismo tiempo parecía una coincidencia, pero ninguno lo veía así. Desde que se conocieron hasta ahora habían pasado todo juntos, desde la euforia y las carcajadas más altas hasta la desesperación y las lágrimas más agobiantes, por lo que no creían que eso fuese mera coincidencia. Habían mejorado juntos y juntos se habían ganado el alta, juntos estaban por dejar aquel hospital con la idea de, una vez por todas, no tener que volver a pisarlo más que para alguna que otra revisión o chequeo.

Ni Samuel, ni Mangel ni mucho menos Alex se creían que al fin saldrían.

-¡Mamá!- gritó Miguel cuando vio a la mayor fuera de la institución, alertando a los otros dos de la presencia de los mayores.

La mujer abrió los brazos para recibir a Mangel, quien había dejado su bolso en el suelo para salir corriendo a su encuentro. Ambos sonrieron amplio, siendo Samuel testigo de la sonrisa de la más grande. A pesar de que Mangel no era su hijo de sangre, se notaba que lo quería como tal.

-Ven aquí, anda- pidió el padre al ver a Alex acercándose con lentitud. El menor suspiró e imitó los movimientos de su hermano para fundirse en un abrazo con su padre, quien estrujó su cuerpo con fuerza.

Samuel, por su parte, contempló todo a la distancia, ansioso por poder hacer lo mismo con sus padres.

Deathbeds [Wigetta]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora