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Ante la noticia por parte del psicólogo, los padres de Samuel no pudieron contener sus lágrimas, las cuales cayeron sin detenerse todo el trayecto desde el hall de la zona de psiquiatría hasta la puerta de la habitación de su hijo. Sus corazones latían con fuerza e ilusión, ilusión que los había reactivado momentáneamente y había hecho a sus pasos más rápidos. Querían verlo, necesitaban verlo, y el saber que su hijo quería lo mismo después de casi tres semanas estando allí los hacía sentir que la esperanza aún no se perdía.

-Solo quiero pedirles que no se asusten- pidió el profesional una vez estuvieron frente a la puerta del menor -Samuel está algo perdido y desorientado a causa de las pastillas, por lo que no se sorprendan si le cuesta un poco más seguir el hilo de la conversación- ambos adultos asintieron, conociendo a la perfección ese estado -Tranquilos, su hijo los espera- les pidió con una sonrisa al ver las lágrimas aun brotando de sus ojos.

Amelia y José secaron sus mejillas al mismo tiempo que el psicólogo tocó la puerta, alertando a Samuel del lado de adentro y causando que su corazón latiese con fuerza. Vio a la enfermera sonreírle con tranquilidad y como esta se movía para abrir la puerta, la cual se abrió, se cerró y dejó a la habitación en silencio por unos cuantos segundos. Pasos se hicieron oír y, finalmente, los padres de Samuel aparecieron en su campo de visión, causando que sus ojos se llenasen automáticamente de lágrimas.

Deathbeds [Wigetta]Kde žijí příběhy. Začni objevovat