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Llevaba muchísimo tiempo sin sentir tanta pena que no fuese hacia si mismo; sinceramente, no recordaba cuando había sido la última vez. Pero aquel par... joder, si que habían pasado por malas rachas. Con cada palabra que salia de sus bocas, con cada relato, con cada anécdota, Samuel se sentía más y más preocupado y entristecido, cosa que había empujado a sus preocupaciones a un lugar más apartado dentro de su mente. A pesar de que se sentía obligado a hacerlo, ya no todo quedaba en sus vivencias y dolores, ya no todo se resumía a sus cortes, su angustia y sus trastornos. Había más gente a su alrededor, gente que estaba igual o peor que él, gente que se mostraba entusiasta a pesar de que el panorama no pintaba para nada bien. 

¿A caso así lo veían los demás? ¿Sentían esa angustia y anhelo de ayudar cada que lo escuchaban a hablar? Porque eso era lo único que reinaba en su interior estando con Alex y Mangel.

Según lo que había entendido, Mangel había sido abandonado a su suerte hacía ya varios años tras ser diagnosticado con depresión, la cual lo había llevado a cortarse y volverse casi adicto a la autoflagelación. Sus padres, dos personas demasiado despiadadas y despreocupadas, lo habían dejado en ese mismo hospital a sus dieciséis años y nunca habían regresado, por lo que la situación del joven siempre había estado en sus manos. Con veintitrés años, Miguel había salido y entrado de aquel lugar más veces de las que recordaba. 

Para su suerte, había conocido a Alex.

Alejandro, por su lado, venía de una familia adinerada que había logrado tratar sus alucinaciones con determinación y cariño, acudiendo a todo tipo de hospital psiquiátrico que su abultado bolsillo les permitió hasta dar con el diagnostico de su hijo, el cual lo tenía encerrado también. A diferencia de su amigo, Alex se había mostrado más reservado a contar sobre su vida y su esquizofrenia, por lo que había sido Mangel el que había contado todo, o al menos la mayoría. Sin embargo, había sido bastante claro cuando, luego de frenar a su amigo para poder hacerlo él mismo, comentó sobre la relación de hermandad que tenía con el chico de anteojos. 

-Es mi hermano- había dicho para referirse a Miguel, el cual sonrió tranquilo ante aquellas palabras.

Deathbeds [Wigetta]Where stories live. Discover now