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Todas las noches, antes de caer a los brazos de Morfeo, Samuel le escribía una carta a Guillermo. 

Después de estar todo el día acompañado de Alejandro y Miguel, a quien le había tomado una confianza increíble en muy poco tiempo, pasar la noche solo en su habitación resultaba peligroso, por lo que siempre buscaba la forma de mantener lejos a sus voces la mayor cantidad de tiempo posible. Escribir mantenía a su mente ocupada y eso a sus demonios alejados, por lo que no tardó mucho en tomar aquel hábito. Las pastillas lo adormecían rápidamente, por lo que movía el lápiz con velocidad hasta que su cerebro simplemente se apagaba, ocupando así porciones dispersas del cuaderno que le había regalado Mangel justo después de confesarle que no había escrito una carta en su vida. 

-Puedes escribirle a tu novio- había dicho con ilusión cuando le entregó el cuaderno -Se que a ambos le haría ilusión, a demás de que es un gesto bonito- sonrió -Según lo que nos contaste, estuvo contigo todo el tiempo antes de venir aquí... hazlo como una señal de agradecimiento. A demás, te mantendrá ocupado cuando no estemos.

Dicho y hecho, lo habían logrado.

Todas las noches las pasó así, escribiendo pequeños versos que le entregaría a su chico en cuanto pudiese verlo, versos desordenados y (en algunas ocasiones) sin mucho sentido pero que siempre intentaban expresar lo mucho que sentía por él, versos que lo habían mantenido con vida durante las noches... tal y como hacía Guillermo.

Pensar en Guillermo lo había mantenido con vida.

Deathbeds [Wigetta]Where stories live. Discover now