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Habían pasado cinco días desde que había recibido la carta de Guillermo y Samuel se negaba a separarse de ella, convirtiendo al pequeño trozo de papel en uno de sus elementos más preciados. No sabía si aquella obsesión por las palabras era sana o no, pero en realidad tampoco tenía muy claro que era sano para una persona como él y que no. Una parte de si le hacía creer que lo que estaba haciendo era correcto, pero la otra le gritaba que dejase de hacerlo antes de convertir aquello en otro trastorno.

Tampoco tenía mucha energía para pensarlo.

-Bien, Samuel, te noto más estable- dijo el psicólogo frente a él mientras tomaba un par de anotaciones -¿Hay algo de lo que quieras hablar concretamente?- el paciente bajó la mirada a la carta a su costado y guardó silencio, cosa que el profesional interpretó como una negativa -Me gustaría saber que estás pensando en este momento- comentó, aunque Samuel no despegó la vista del trozo de papel.

Quería decirle que seguía con las mismas ganas de saltar por la ventana que cuando llegó a aquella habitación, pero también que una parte de él se lo impedía. Quería comentarle que se sentía cada vez más ido y dopado, más desorientado, pero sabía que era necesario si querían verlo tranquilo. Quería decirle que no sabía si realmente se estaba planteando el estar mejor o si las pastillas lo estaban obligando a pensar así.

Quería decir muchas cosas, pero optó por no decir nada.

Deathbeds [Wigetta]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora