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Cuando la noche cayó, Samuel no pudo evitar sentirse repentinamente cansado a pesar de lo poco que había hecho durante el día. Los ansiolíticos y los antidepresivos habían surtido real efecto en su cuerpo aquella vez, por lo que todo se reducía a cansancio que en realidad no sentía y confusión por no poder pensar correctamente por estar bajo los efectos de aquellas drogas. Sentía su mundo moverse en cámara lenta, como si toda aquella energía con la que naturalmente cargaba hubiese desaparecido de su cuerpo de un momento al otro, pero sin embargo lo agradecía profundamente.

Así como él se sentía ido y cansado, las voces también lo sentían y ya no se tomaban siquiera el atrevimiento de molestarlo.

Suspiró de manera baja y, como todas las noches, observó con detenimiento el picaporte que le daba seguridad a la ventana, memorizando nuevamente su mecanismo a pesar de que sabía que lo tenía calado dentro de su cerebro.

-Ojalá pudiese salir- moduló en silencio sin emitir un solo sonido, sonando aquellas palabras únicamente en su cabeza.

Cerró los ojos y apretó la carta de Guillermo contra su pecho, sintiendo las palabras abrazarlo de vuelta.

Estaba confundido pero demasiado drogado como para saber exactamente como se sentía el tener en mente que del otro lado de la puerta había alguien más además de sus padres esperándolo.

Deathbeds [Wigetta]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora