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Luego de que Guillermo fuese echado y regañado, Samuel no pudo hacer más que llorar. 

No había sonidos por su parte más que sollozos, sollozos que buscaban liberarlo, que acallaban a las voces en su cabeza, que lo vaciaban lágrimas tras lágrima.

Por primera vez en mucho tiempo, sintió el dolor en sus brazos como algo molesto, que no debía estar allí, que no quería tener que soportar.

Lloró con todas sus fuerzas durante toda la noche, más no dijo nada.

Se permitió lamentarse por todo lo que había hecho y el dolor que había causado, pero no por no poder terminar con su miserable vida.

Se permitió llorar de angustia por no poder tener a sus padres a su lado en ese momento, pero no por no poder dejarlos.

Se permitió sentir el dolor de sus brazos y muñecas como si estuviesen quemando su piel, pero no como algo que debía llevar.

Se permitió replantearse su vida entera, ignorando las voces que por años le habían dicho que no valía la pena seguir con vida.

Y para cuando el sol salió su alma se sentía vacía, pero no de una mala manera. Estaba vacío pero sentía que podía ser recompuesto; por primera vez, sentía que podía hacer las cosas bien sin lastimar a nadie más.

Quizás de eso se trataba todo, de no herir a nadie y soportarlo todo por el otro.

O de vivir con ayuda de todos aquellos a quienes quería dejar.

Cualquiera de las opciones era valida en ese momento

Deathbeds [Wigetta]जहाँ कहानियाँ रहती हैं। अभी खोजें