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Luego de unas cuantas horas de sueño, Guillermo volvía a abrir los ojos en lo que era su temporaria habitación, la cual era iluminada por la luz de techo que había olvidado apagar cuando cerró los ojos. El pequeño cuaderno que ocupaba para escribir las notas para Samuel seguía junto a él al igual que el lápiz que había marcado las últimas líneas del texto, lo que indicaba que se había quedado dormido casi si previo aviso a causa del excesivo sueño con el que su cuerpo estaba cargando. Tomó asiento, dejando que sus pies descalzos tocasen el suelo, y soltó un largo bostezo mientras refregaba sus ojos y estiraba gran parte de sus músculos, provocando que sus huesos sonasen en varios sectores. Tomó su móvil de la mesita de noche y, a demás de ver que tenía varios mensajes sin leer, descubrió que había dormido casi cuatro horas de corrido.

-Joder, es tarde- murmuró con la voz ronca al cerciorarse de que el reloj marcaba las diez y media de la noche.

Sacudió sus cabellos y se puso de pie tambaleando en el proceso, evidenciando que su cuerpo aún no había recuperado la energía suficiente como para moverse con firmeza; cuatro horas no compensaban las casi treinta que había alcanzado sin dormir. Salió de la habitación y se topó con sus suegros sentados uno junto al otro en el sofá del salón comedor, cosa que lo hizo fruncir el ceño con fuerza. ¿A caso ninguno de los dos iría al hospital esa noche?

-¿Supieron algo de Samuel?- preguntó con la voz adormilada y al borde de soltar un bostezo; los mayores negaron -¿Quieren que vaya esta noche? Puedo hacerlo- ambos suspiraron.

-Debemos hablar contigo antes, ¿vale?- dijo José mientras se ponía de pie e incentivaba a su esposa a hacer lo mismo -Te serviré algo de café.

Deathbeds [Wigetta]Where stories live. Discover now