Deathbeds [Wigetta]

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No sabía si habían pasado minutos, horas o incluso días, pero Samuel había sentido que con cada instante que pasaba más se incrementaban sus ganas de gritar y salir corriendo, más intenso se hacía el nudo en su garganta y el dolor en su pecho, más fuerte se hacía la idea de que no debía estar ahí.

Sus oídos se habían aclarado finalmente y le permitieron escuchar todo lo que pasaba a su alrededor a pesar de que no quería hacerlo, viéndose obligado a escuchar todos y cada uno de los sonidos que lo envolvían y las preguntas que cayeron frente a él una y otra vez, las cuales no tuvo siquiera la intención de contestar. Las personas que lo rodeaban mostraban preocupación en sus voces cada que querían llamar su atención, preocupación que siempre había sentido falsa y sin sentido, protocolar en muchísimos aspectos; querían verlo bien solo porque su instinto se lo imponía, pero no respetaban que él no estaba ni jamás estaría bien.

¿Por qué debía seguir pasando por eso cuando era más fácil desaparecer?

-Muy bien, Samuel- escuchó como uno de los profesionales hablaba con verdadera claridad por primera vez, cosa que lo hizo ofuscarse aún más –El doctor dice que todos tus valores están en orden, por lo que te trasladaremos a otra habitación para que estés más tranquilo- el nombrado quiso reír con ironía pero su rostro se mantuvo inexpresivo –Te quitaremos los cables y saldremos, ¿sí?- ante la falta de respuesta, el psiquiatra le indicó a la enfermera que procediese y en cuestión de segundos su cuerpo fue invadido por unas manos delicadas y cuidadosas que despegaron las pegatinas de su pecho con lentitud y seguridad mientras intentaba mantener la calma dentro de la habitación.

Sus latidos dejaron de oírse y, en su lugar, el mismo pitido de cuando despertó invadió con fuerza sus tímpanos, provocando que cerrase los ojos mientras lo desconectaban.

Sus ganas de gritar volvieron a aumentar pero, tal y como lo había hecho las veces anteriores, no dijo nada.