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-Desde que salí del hospital he estado aprendiendo mucho- dijo Samuel ante la mirada atenta de Guillermo -pero, sobre todas las cosas, estoy aprendiendo a aceptarme con todo lo que eso conlleva... con cortes, trastornos, pastillas y todo eso- el menor asintió con media sonrisa, absorto en la conversación. El contrario, por su parte, hizo el intento de empujar el nudo que los nervios estaban creando en su garganta y que, en cualquier momento, le dificultarían hablar -Y... me cuesta pensar pensar que alguien como tú, tan lindo y perfecto, puede aceptar todo eso de mi tan fácil- Guillermo abrió los ojos con sorpresa, sobre todo porque parecía una obviedad. ¿Cómo no iba a aceptarlo si era el amor de su vida? -Me cuesta tanto verme al espejo y ver mis brazos llenos de cortes y tu... contigo es como si no existiesen. Cuando estoy contigo siento como si no tuviese ni cortes, ni voces en mi cabeza, ni un horario estricto de pastillas que cumplir... es mágico- el menor sonrió y sintió la emoción invadir su cuerpo -Vivir a tu lado es lo mejor que me pasó en la vida.

-Joder, Samuel...- lo regañó con una sonrisa cuando las primeras lágrimas salieron de sus ojos.

-Y no lo digo simplemente por vivir en el mismo departamento, hablo de lo que va por encima de eso. Vivir, estar vivo a tu lado, es la mejor decisión que pude haber tomado nunca y la que más miedo me generó a la vez- confesó, contagiándose de la emoción de su chico; contuvo sus lágrimas, sin embargo -Me da miedo vivir, pero tu lo haces tan fácil- Samuel se acercó a Guillermo y, con cautela, lo abrazó por la cintura para poder besarlo tan lento y suave como a él le gustaba, intentando contener su nerviosismo en ese acto. No quedaba mucho, estaba a punto de decirlo -Y ahora, más que nunca, quiero vivir lo que me quede de vida a tu lado, con tus besos, tus caricias, tu regaños y tu enojos, con todo lo que tengas para ofrecerme. Porque se que soy un ser asqueroso que lo único que tiene son problemas mentales irreversibles, pero tú eres el único que hace que todo eso parezca insignificante- tomó una gran bocanada de aire, depositó un último beso en los labios de Guillermo y se separó ante su mirada confusa y llorosa, la cual lo cautivó completamente. Dio un paso hacia atrás, metió ambas manos en sus bolsillos y continuó -Quiero pasar la vida contigo, por eso, Guillermo...- puso una rodilla en tierra y, con el llanto contenido de su chico de fondo, sacó ambas manos de sus bolsillos para dejar al descubierto una pequeña caja de terciopelo negro en su mano derecha, la cual abrió con los ojos inyectados en lágrimas. El anillo, brillante y con un pequeño diamante en el centro, hizo a Guillermo sentir la mayor felicidad de su vida -¿Quieres casarte conmigo? 

Deathbeds [Wigetta]Where stories live. Discover now