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Para cuando Samuel volvió a abrir los ojos y su mente volvió a la realidad su cuerpo caía sobre una descuidada silla de ruedas que hacía que su cuerpo sintiese el frío del metal casi de forma directa, cosa que lo hizo sentir algo más que angustia por primera vez. A pesar de que tenía los brazos apoyados en sus muslos y que su cuerpo se encogía en su lugar para evitar tocar la estructura en la que estaba, creía sentir el frío recorrer su cada rincón de su piel, por lo que cuando las ruedas comenzaron a girar no pudo evitar temblar.

Se sentía débil y frío, tal y como había estado aquella noche.

Las puertas se abrieron frente a él y, con ello, la luz del pasillo lo hizo encogerse aún más en su lugar y cerrar los ojos con fuerza, evitando así que el cambio de iluminación lastimase sus despiertos pero adoloridos ojos. Tomó una gran bocanada de aire y, al sentir la fuerza de la mujer que lo empujaba más débil, apretó sus manos y abrió los ojos, encontrándose con la mirada triste de sus padres, quienes intentaron mantener la compostura al tener que ver a su hijo tan aturdido y asustado. Desvió la mirada y, en consecuencia, se encontró con los ojos brillosos de su novio, los cuales hicieron que todo su entorno enmudeciese nuevamente. Guillermo lo miraba con tranquilidad pero de manera suplicante, como si contemplase algo que admiraba pero que estaba a punto de romperse, como si su corazón estuviese al borde de quebrarse en miles de pedazos para reconstruirse y volverse a romper una y otra vez.

Ambos sentían la necesidad de decir algo, pero ninguno lo hizo.

Samuel bajó la mirada y comenzó a llorar en silencio mientras sentía la silla moverse por el pasillo, sintiendo como el silencio en sus oídos se intensificaba cada vez más conforme se alejaba de aquellas personas que pensó no volvería a ver jamás.

Deathbeds [Wigetta]Where stories live. Discover now