Chris Argent +18 - Recompensa

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Curiosear es mi pasión.

Mientras veo cada arma, las flechas, y otras cosas que no tengo idea como se llaman me detengo frente una mesa con balas y el arma de él.

—¿Qué crees que haces?

Me doy la vuelta en un salto ocultando el arma en mi espalda. Trago saliva mientras lo veo y calmo mis nervios.

—Solo... observando.

—¿Observando ... hmm?

Le sonrió mientras se acerca. Y él lo primero que hace es colocar sus manos en mi cintura mientras mantiene contacto visual. Como debí haberlo previsto él toma mi brazo y se encarga de tomar el arma de mis manos.

—No toques estas cosas amor, sabes que son letales.

—De todos modos, tengo un fetiche por las cosas letales.

El me mira y sonríe apenas, pero sé que le molesta entre aquí. Aun así, el me sigue viendo con ternura y al colocarle el seguro al arma y acomodarla en la mesa sus manos pasan a mis mejillas acariciando mi suave piel y no puedo evitar no cerrar los ojos disfrutando de su toque.

—Debes de controlar tu curiosidad preciosa.

—La curiosidad no se controla cariño — bromeó abriendo los ojos de nuevo.

No me da mucho tiempo a reaccionar cuando el me da uno de esos besos que solo él sabe dar. Uno beso posesivo y hambriento que aun así está lleno de ternura.

La idea cruza mi mente y lo hago, muerdo un poco su labio inferior. Él se separa y su mirada es de sorpresa. Pero me confirma que le ha gustado cuando veo que en un movimiento rápido tira las cosas de la mesa y me sube sobre ella con él entre mis piernas.

Él es igual que sus armas, un movimiento y eso basta para detonarlo.

Y para mi es un placer detonarlo.

Sus manos recorren mi cuerpo jugando con todos mis sentidos volviéndome húmeda por completo, el me hace entrar en un ambiente raro, lleno de lujuria hipnotizante que de un momento a otro no me doy cuenta que ya no llevo ropa encima.

Su miembro entra en mí, es cuidadoso con cada movimiento al principio asegurándose que me acostumbre a su tamaño y luego de ello sus movimientos se vuelven frenéticos bombeando en mí una y otra vez.

Sus besos, sus caricias, su pene entrando en mi mandando sensaciones en todo mi ser combinado con el sonido húmedo de nuestros cuerpos chocando. No tardó mucho en llegar a mi orgasmo al igual que él.

—Y eso es tu lección para que no vuelvas a ser curiosa.

—¿Lección? Yo diría recompensa.

Ambos reírnos y me ayuda a acomodarme de nuevo mi ropa. 



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