Desde que Scott se volvió un verdadero alpha ha tenido dificultades en transformarse e incluso controlarse. Siendo su mejor amiga he intentado apoyarlo y ayudarlo, pero me es difícil si me mantiene alejada, según él no quiere ponerme en peligro y solo para no discutir con él no lo contra digo. Pero odio que me aleje, me hace sentir excluida; ya era difícil esconder mis sentimientos por él y ahora es aún más difícil mantenerme alejada de él.
Suena la campana y como de rutina entre a la clase de matemática una de las pocas clases que comparto con Scott y envés de sentarse a mi lado ahora se siente un escritorio lejos. Desde donde se encuentra me mira y hace una sonrisa forzada y luego vuelve la mirada al pizarrón. Intente no sentirme decepcionada o triste, pero no tenerlo a mi lado ni siquiera en clase se vuelve deprimente, es mi mejor amigo y es lo que supone que los mejores amigos hacen. Mire al escritorio vació a mi lado que luego fue invadido por mi hermano Stiles quien me sonrió con su típica sonrisa carismática, rodee los ojos antes de volver la mirada al pizarrón.
(...)
Al terminar la clase y al ser la última del día todos salieron corriendo y un chico y un chico pateo mi mochila provocando que todo saliera, maldecí por lo bajo y comencé a recoger todas las cosas. Estaba a punto se terminar cuando la voz preocupada de Stiles me altero.
—Scott amigo, tus ojos— lo voltee a ver y sus ojos se habían tornado a un rojo intenso brillante. Stiles se acercó intentando calmarlo, pero solo parecía empeorarlo, Scott se alejo y con sus garras se lastimo a si mismo enterrándoselas en sus palmas.
—¡Scott no! — corrí hacia el quien gruñía por el dolor y sangre choreaba por sus brazos. Sus ojos me miraban y miraba dolor y miedo en ellos.
—tranquilo, tranquilízate y respira— susurre, pero, aunque parecía intentarlo no había ningún cambio. Empezaba a desesperarme.
—necesita un ancla— escucho decir a mi hermano.
—mi... ancla era-
—Alison—termine su oración sintiéndome algo dolida.
El gruñido de Scott me hizo reaccionar.
—Scott recuerda que dijo tu mama, tú debes ser tu ancla—el solo gruño.
—no puedo no funciona
— ¡entonces busca una! — toque su mejilla con mi mano y sus ojos se tranquilizaron a mi tacto, en segundos su respiración se tranquilizó. Su mirada no se apartaba de mí y por un segundo creí haberlo visto mirar mis labios, pero descarte esa idea de mi cabeza y mire sus manos.
—Stiles podrías traer algo para limpiar sus manos— el asintió y salió corriendo dejándonos solos. Sentí su mano levantar mi mentón haciendo que lo mirara a los ojos.
—tu eres mi ancla— no pude evitar mirar sus labios y el los míos. Trague duro intentando zacearme la sed de besarlo. Desvié mi mirada y comencé a levantarme.
—deberíamos ir a-
No pude terminar cuando su mano tomo la mía y me volví a jalar al suelo enfrente suyo esta vez mucho más cerca.
—deberíamos de hacer algo primero.
No pude siquiera formular mis siguientes palabras cuando sentí sus labios unirse con los míos. Sus manos se deslizaron a mi cintura y me acercaron a él en el punto en el que nuestros cuerpos se tocaban, mis manos viajaron a su cuello profundizando el beso. Nuestros labios se acariciaban con intensidad provocando una sensación única en todo mi ser y me deje disfrutar el sabor de sus labios ahora mi sabor favorito.
Por desgracia dependíamos del aire y tuvimos que separar nos y nuestras respiraciones agitadas se mesclaban mientras nos mirábamos a los ojos. No recuerdo en qué momento me senté a horcadas sobre el supongo que me deje llevar por el momento, pero tampoco me pienso mover. Sus ojos no abandonaban los míos, era como si estuviéramos tratando de encontrar las palabras que no salían por nuestras bocas. Cuando pensé que ninguno iba a decir nada él dijo.
—no sabes hace cuanto quería hacer eso.
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