Theo Raeken +18 - Quiero que me montes

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Al volver a casa lo primero que noto es el olor en el aire que reconozco pero simplemente no lo creo. Tal vez es mi mente jugando con mi sentido olfativo.

Camino buscando alguna señal rara que me indique que alguien mas esta en casa pero todo parece estar perfectamente como lo deje. Sin embargo cuando llego a mi recamara al abrir la puerta mis ojos lo encuentra a el sentado en la cama. Obviamente esperaba que entrara debió escuchar cuando llegue.

—Theo

—Hola amor

—Volviste — solo paso un par de meses desde que lo vi la ultima vez. Tuvo que irse por un supuesto viaje inesperado que no quiso contarme mucho. Pero Stiles vino a preguntarme por el asique algo bueno no debe estar planeando.

—Así es, volví nena y me gustaría una buena bienvenida

—¿Bienvenida?

—¿Quiero que me montes nena?

Hace un ademan para que me acerque. Obedezco sonriendo ante la mirada de lujuria que me lanza recorriendo mi figura como si no me hubiera visto antes. No dejo que me toque así que aparto su mano que iba a mi cintura, en silencio empiezo a desnudarme mientras me mira de manera intensa.

—Te extrañe — dice

—¿Sí? — pregunto procediendo a sentarme sobre el desabrochando el pantalón y sacando su pene de su ropa interior comenzando a masturbarlo y fácilmente se pone duro y largo en mi mano.

—Como no tienes idea — gime sin poder ocultarlo.

—¿Qué tanto? — me ubico sobre su eje haciendo mi ropa interior a un lado y meterlo en mi lentamente de manera tortuosa y sintiendo como me invade con cada centímetro.

—Mucho — responde tomándome de las caderas obligándome a acelerar mis movimientos.

—Mas te vale Theo — me sostengo de sus hombros aumentando subiendo y bajando de manera placentera. El placer nos invade a los dos como si nos embriagara

Cada embestida, la forma que me mira me deja loca. Nuestros cuerpos chocando combinada con mi humedad.

—¿Me puedo venir?

—Si amor, córrete encima de mi

No necesito decirlo dos veces, nos quito mi mirada de la suya mientras el toma mi caderas dejándola quietas un poco levantadas y el procede en mover su caderas martillando en mí.

No tarde en venirme y ante mi gemido el gruño sin detener sus penetraciones hasta que lo sentí correrse dentro de mí. 




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