Scott McCall +18 - Para Siempre

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Las manos de Scott me toman con fuerza de la cintura a la vez que continua con sus besos en mi cuello subiendo a mi oreja.

—Tú y yo.

—Para siempre.

El me carga hasta la cama donde me deposita delicadamente. Sus ojos se mantienen en los míos mientras va descendiendo por mi cuerpo hasta encontrar mis jeans y desabotonarlos. Al quitármelos no tarda en volver a mi acariciando mis piernas con sus dedos que hace que ría por la sensación.

—Eres tan hermosa — me susurra mientras me ve con un mirada llena de ternura.

Le sonrió y el responde con un beso que a cada roce húmedo va subiendo la intensidad, me dejo llevar por él. Rompe mi camisa y desbrocha mi sostén rápidamente para poder meter uno de mis pechos en si boca, como si estuviera desesperado por probarlo.

Gimo por la sensación de su lengua jugando con mi pezón y tomo su cabello en dedos atrayéndolo más, el cosquilleo entre mis piernas incrementando cada vez más. Entre mas besos, mas caricias calientes me vuelvo cada vez mas desesperada por ser llenada por él.

—Scott

Lo abrazo con mis piernas incitándolo a apurarse, pero le encanta torturarme jugando con la punta en mi entrada.

—No me hagas esto por favor — pido atrayéndolo con mis piernas, pero solo logra entra la punta y vuelve a salir.

—Tú y yo

—Para siempre

Se incorpora sobre mi sin poner todo su peso entrando por completo dentro de mí. El toma un momento, se que lo hace para controlarse, teme lastimarme en momentos como estos en la que su auto control se quiebra. Comienza sus movimientos, entra, sale, entra y sale repetitivas veces con diferente aceleración. Primero me da fuerte, rápido el sonido de nuestras humedades chocando hacen eco en la habitación y luego baja la potencia alejando mi orgasmo que me hace chillar en reproche. Me hace probar el orgasmo tan cerca de sentirlo para después alejarlo y torturarme con sus movimientos lentos. Es toda una sensación embriagante que me enloquece la cabeza, puedo decir que en verdad entro en estado de embriagues una vez el orgasmo llega y toma todo de mis sentidos.

—¿Lista? — me pregunta, asiento entusiasmada.

Sus penetración vuelven a ser duras y bruscas a la vez que baja su mano y con su pulgar acaricia mi clítoris. Todo lo que puedo hacer es tomar el placer que me da, hiperventilado y arañar su espalda. El orgasmo me golpe, mi vagina se contra aparentándolo a el y el gruñe corriéndose conmigo.

Mi cuerpo cae flácido en la cama, sin energías. Lo ultimo que recuerdo es a Scott ayudando a limpiarme y darme uno cuantos besos antes de caer dormida.

(...)

Mi pierna se mueve descontroladamente sin poder evitarlo. La ansiedad no se puede evitar. No pensé que a mis diez y siete años iba a estar estresada encerrada en el baño esperando los resultados de la prueba de mi mano.

Fuimos muy cuidadosos lo prometo, no falle con la píldora, pero los tres días de retraso no parecen pensar lo mismo.

El sonido de los golpes en la puerta me sobresalta y la puerta de inmediato es abierta donde entra Lydia quien parece haberme estado buscando.

—T/N te-

Ella se detiene a media oración, creo que mi rostro debe ser todo un poema.

—¿Pasa algo? — pregunta.

No lo puedo mentir, es mi hermana mayor y siempre sabe cuando miento por desgracia. De mala gana saco la prueba que escondía en mi espalda. De inmediato su expresión cambia y camina hacia mi para ver lo que tengo en mis manos. Las dos vemos cuando en la prueba aparece la segunda y última línea.

—¿Tu y Scott? — su miranda esta perpleja mientras pregunta. Me limito a asentir. Su reacción debate entre emocionarse o gritarme, pero solo se limita tomarme en un abrazo asfixiante.

—Tienes que decírselo — me dice una vez me suelta.

—Pero, no, no se — mis nervios me carcomen.

—¡Scott! — grita.

Todo mi piel se vuelve de gallina.

—¿Esta aquí?

—Es por eso que te buscaba

Se puede escuchar los pasos acelerados que suben y se acercan. Me encuentro con su mirada que parece preocupada.

—¿Qué pasa?

Lydia lo hace pasar a la vez que ella camina fuera de la habitación dejándonos solos un momento, pero no dudo que después estar encima de mi todo el tiempo.

—¿Qué debes contarme amor?

—Es de mala educación escuchar conversaciones ajenas — refuto.

—Soy un hombre lobo nena, a veces es inevitable.

Mi corazón late a mí, pero tomo un respiro y me concentro en no tirarme a llorar por todas las emociones que me ahogan. Se que puedo confiar en el para cualquier situación. Porque es la única persona que ha sabido cuidar mi corazón.

—Estoy embarazada — lo digo.

El de inmediato se sorprende y vuelve a ver la prueba que le muestro y intente esconderla cuando entro. Mira perplejo las dos línea y luego me voltea a ver a mí.

—¿Lo prometes? ¿No es broma?

—No estoy bromeando — aseguro.

De inmediato me jala a sus brazos y hace un ruido de felicidad abrazándome con fuerza. Me suelta y toma mi rostro en sus manos mientras me ve con toda ternura. Aprovecho el momento para hablar.

—Tú y yo — digo.

—Para siempre.






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XOXO FADUA

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