Bajo el arco y la quedo viendo de reproche. Ya intenté muchas veces, mi flecha no da ni por cerca.
—Perdona bonita, pero la de talento aquí eres tú. Déjame volver a mi aburrida vida humana.
Ella ríe y acaricia mi cabello por detrás de mi oreja.
—No ganas nada con rendirte... sigue intentando, yo sé que puedes.
Acepto su cálido beso en los labios. Jamás me cansare de besarla es simplemente adictivo. Todo en ella me causa paz.
Ella me da otra flecha, la acepto y suspiro viendo mi objetivo enfrente. Recuerdo mentalmente cada instrucción que me enseño.
Espalda recta
Relajar los hombros
Respirar
Apunta y dispara.
Dejo ir la flecha. Cierro los ojos y no los abro hasta que escucho el sonido de algo ensartándose. Al abrirlos para mi sorpresa logré darle, muy lejos del centro, pero le di por fin.
—Le di... ¡Le di! ¿Viste?
Ella me sonríe con ternura a la vez que asiente. Vuelve a darme otra flecha.
—No espera déjame celebrar esta victoria — la abrazo — Es un pequeño paso para una flecha, pero un gran paso para mí.
Me estrecha en sus brazos.
Entonces unos pasos crujando las hojas se acercan. Es Issac, mi hermano. Nos ve abrazadas y nos sonríe.
—¿Ya es hora? — hago un puchero a mi hermano.
—Si enana, debemos irnos
Miro a mi novia y siento un peso en mi pecho. Se que la vere mañana pero aun así solo quiero pasar tiempo con ella.
—Está bien, quiero quedarme a practicar mi tiro. Mañana practicamos juntas otra vez.
Asiento, tomo su mentón y deposito un beso en sus labios para luego tomar m mochila e ir hacia mi hermano. Ella nos ve irnos caminando.
—Ustedes deben expresar lo que sienten en público — comenta Isaac.
—No todos aceptan el amor de una mujer con otra como nosotras lo tenemos Isaac, ya te lo he dicho.
—Y eso que importa. Ustedes se hacen feliz una a la otra y debería hacer así siempre. No a escondidas.
Se me forma una sonrisa nostálgica, el tiene mucha razón. Mi hermano es el único que sabe de esto, no e tenido el valor de mostrarme totalmente lo que soy al mundo.
—Envidio tu relación enana, una envidia buena — siento como me da un ligero golpe con el codo —Si ella te hace feliz todo es posible, yo quiero que siempre seas feliz.
—Gracias... tal vez tengas razón.
—Siempre la tengo
Ruedo los ojos.
—Tal vez empiece contándole a la manada.
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