|ogdónta eptá|

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Por cierto quédense al final, no hay memes pero hay una sección que creo que les puede interesar
🖤

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Capítulo octogésimo séptimo
¿Cómo te sientes...?

—Oye, ¿y te dejaban tener amigos?

—Eh, sí. No era un reclusorio, era un... hotel para enfermos.

—Eso sería un hospital— le corrigió Esther divrrtida.

—Un hotel para desequilibrados mentales entonces— repuso Ares, tomando otra cucharada de la ensalada de cangrejo.

—Basta, no me quiero reír de eso— habló Jass, tapándose la boca. Roja de lo que se aguantaba la risa.

—Si me estoy riendo yo que fui la que estuvo ahí y podría salir ofendida, claro que te puedes reír tú— habló la rubia encogiéndose de hombros, echándose a reír antes de darle a Hannah de las papas fritas que mi mamá le había hecho.

Jass soltó una risita.

—Pero, respondiendo a tu pregunta— volvió al tema Ares, mirándome—. Sí podíamos interactuar entre nosotros y todo eso. De hecho hice una muy buena amiga, Allie. Ella está internada por bulimia, digamos que nos entendimos bien. Aunque ella aún no sale.

Estábamos cenando ya únicamente los Stone (qué bonito se siente decir eso), en casa el mismo día que Ares salió.

¿Les cuento algo? No sabíamos qué hacer, porque nadie sabía la comida favorita de Ares.
Así es, ni Daniel lo sabía.

Eh, tuve que recurrir a la creo única persona que podría conocerla bien. Ya saben a quién. Un ente besa mellizas.

Resulta que a Ares le gustan los mariscos. Específicamente el cangrejo. Wow.

Así que cuando llegamos de comer del hotel mi mamá se volvió a meter a la cocina a preparar todo. Hizo un montón de platillos, como si de eso dependiera su relación con Ares. Hasta sushi. Eso me pareció raro porque los platillos de mi mamá eran principalmente franceses.

—Oye, rayito de sol extraído de los mismísimos dioses, actívate— le sacudió Jass a Brandon, quien cabeceó ahí sentado con un bocado en la cuchara.

—Estoy despierto— habló él, adormilado.

Admito que eso suena más estúpido de lo que creí.

—¡Papá!— gritó Hannah.

Apláudanle, mi sobrina ya sabía decir papá. Al menos ya no arruinaba el autoestima de su padre porque su primera y única palabra por mucho tiempo fue "Ayes".

—¿Qué pasa, Hannah?

—¡Ayes!— exclamó Hannah súper feliz, sonriendo, y apretándole las mejillas a Ares antes de darle un beso.

—Sí, ahí está tu Ayes— habló mi hermano agotado.

—¿Qué tienes?—le pregunté, finalmente.

Lo cual después se me hizo una estupidez. Me pareció obvio que él y Jass estaban tristes, aunque ella se esforzaba en no demostrarlo o no pensar en ello.

—Nada, solo llevo mes y medio dando un concierto de mínimo cinco horas todos los días. 

O también era que estaba muy cansado, quizá.

Phantasy // COMPLETAWhere stories live. Discover now