|evvea|

160 31 121
                                    

.
Capítulo noveno
De odiar y guardárselo

El nombre por un segundo, le tensó. Se queda boquiabierto por un nanosegundo, y balbucea por la misma cantidad de tiempo.

Recobra la calma, como siempre.

-¿Ah, sí?- pregunta, apenas, quizá nervioso.

-Es su primer semana aquí, regularmente está en la cocina, y siempre atiende el drive, pero ahora le quisieron dar algo diferente, no sé por qué, el jefe tiene ideas locas de repente- la delgada chica estaba igual de nerviosa con él, tanto que hasta las monedas del cambio para Sebastian se le resbalaron. Agitada tras recogerlas, con una sonrisa nerviosísima y los ojos cafés titubeándole, siguió-: Pero en fin, no creo que le interese mucho la vida de otras personas. Gracias por su compra.

Y él se va, otra vez a la oficina, convencido de que hay muchas Esther en el mundo.

Sin saber que esa era su Esther.

-¡Esther!- llamó la chica, recargándose sobre el mostrador, entre risas-. ¡Lamentando que te hayan rechazado y/o cortado no va a cambiar tu situación!

La aludida, por su parte, primero asoma su cabeza, la cual estaba completamente roja. Y al percatarse de que ya estaba sola junto con su compañera, suelta un largo suspiro, se incorpora y vuelve a donde se supone, nunca debió de moverse.

Estaba agitada y sudaba frío.

Se acomodó los lentes.

Su compañera se rió del cómo lucía. Esther se limitó a acomodarse la gorra roja del uniforme, que estuvo a punto de caérsele debido a su brusco movimiento de salir corriendo despavorida.

-¿O es que quieres a Sebastian Stone para tu sugar daddy y su presencia te puso nerviosa?- le preguntó la otra chica, juguetona, picoteándole las costillas.

Esther le empujó las manos secamente. Le miró con cara de horror.

-No y no, Samantha.

Pero después se rió, mejor. Para no parecer una amargada.
Se rió de una forma más falsa que el cuerpo de Kendra Harris quizá, pero fue suficiente para mantener a Samantha contenta, quien creyó que Esther había estado bromeando.

Acto seguido, la Stone perdida le dio la espalda para acomodarse un uniforme de nueva cuenta, con el ceño fruncido y los labios apretados intentado calmarse para no cometer una estupidez. Acto en el que estaba entrenada desde que era una niña.

¿Había sido entrenada con el mismo propósito que sus hermanos, pero en diferente contexto? La respuesta era casi un sí inmediato.

Ya con una respiración normal y la compostura recuperada, se pone de frente al mostrador, evitando mirar a Samantha quien, al sentirse ignorada, se puso a jugar con la caja registradora.

Aunque de repente, soltó un gritito.

-¡Wow, Esther!- exclamó la chica dando saltitos-. ¿Ni te han dicho que te pareces a...? Esta chica con nombre de chico, hija del que acaba de venir, empieza con A... ¡A Ares! ¡Ares Stone! De perfil... ¡Wow! ¡Tienes un aire tremendo!

Una observadora.

Esther se limita a encogerse de hombros y bufar. Con una mano se acaricia su propia cintura, nerviosa.

-No, en realidad, no- dijo a secas.

-Esther, Esther, Esther...- suspira divertida, Samantha, con una especie de sonrisa-, es una lástima que no me toque todo el turno contigo, ¡eres tan extraña y aburrida que hasta es divertido pasar mis absurdos, míseros y desesperados actos de foránea sin dinero contigo!, pero ya sabes, tengo que volver a la universidad. Mira, ¡ya llegó tu novio! No le digas al jefe que salí cuatro minutos antes- dice Samantha, totalmente divertida. Le quita la gorra a Esther, le revuelve el cabello y ella se queda con la nariz refunfuñando, el mismo gesto que hace Joseph cuando Sarah le aprieta las mejillas-. ¡Eres muy valiente por trabajar doble turno!

Phantasy // COMPLETAWhere stories live. Discover now