|penínta eptá|

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Capítulo quincuagésimo séptimo
¿Saldremos de esta?

No voy a mentir, el corazón se me fue a los pies y el estómago me dio un vuelco.

La mano me tembló, y ahogué un grito. 
Miré a la pantalla, parpadeando, queriendo procesarlo. Pero si me seguía tomando mi tiempo nunca iba a responder.

Pensé que era una broma pesada, o que alguien más había tomado su teléfono, pero no:

-Ares, hey...

Sí era ella.

Emma Hamilton había despertado del coma.

-No soy Ares- dije, nervioso, después de aclararme la garganta.

-¿Joseph?

-Sí...

-Oh, bueno, pues hola- soltó una risita Emma, ella siempre se estaba riendo-. ¿Me puedes pasar a la niña? Bueno, te voy contextualizando, por cierto, ¿cómo estás?... ya estoy en mi casa, estoy bien, se podría decir. Al menos médicamente bien. Por dentro estoy hecha una mierda, pero en fin, por lo menos ya me levanto sin perder el equilibrio, aunque aún traigo la venda de la coronilla y...

-Emma.

También, hablaba tanto como se reía.

-Ay, ya te abrumé. Se me olvidaba que tú eres muy especialito- rió nuevamente-. Pásame a la niña, por favor.

Bajo otras circunstancias, hubiera preguntado a qué se refería con especialito, pero mil cosas eran más importantes que eso ahora.

-Lo que pasa es que Ares...- suspiré.

Ni siquiera podía decirlo.

Así como muchas otras cosas.

¿Hasta cuándo dejaría de ser tan cobarde?

-¿Está ocupada? Bueno, dile que me avise cuando pueda llamar, yo tengo mucho tiempo libre, en serio. Según el doctor debo estar caminando para que mi cerebro vuelva a acostumbrarse pues a la vida, pero mi mamá me tiene acostada. Pero...

-Emma, Emma- le frené en seco. Podría hablar por horas ella sola-. Es que Ares no puede llamarte ahora aunque sé que estaría muy feliz de que ya... pues despertaras. Está... ella...

-¿Qué pasó?- preguntó, con un tono diferente. Se le notaba la preocupación.

-Intentó suicidarse. Bueno, aún no sabemos si pasará la noche.

A mí se me secó la garganta después de eso. Tengo mucho miedo.
Y el silencio reinó, yo no sabía qué decir. La idea de que a pesar de todo, Ares no sobreviviera me aterraba demasiado. Aunado al millón de cosas que traía en la cabeza.

Yo no podía dejar de preguntarme por qué, pero aún no había tenido la oportunidad de leer la carta. Cuando estuve a punto de hacerlo, Emma llamó.

Y menos había tenido tiempo para valorar la situación.

Emma balbuceaba en el teléfono.

-¿Pero, por qué...?- sollozó-. ¿Donde está?

-¿Sí sabes que si vienes sólo vas a alterar más las cosas?- dije, sin pensar.

Creo que estuvo mal, se quedó callada otra vez. No sé qué está pasando conmigo últimamente, la verdad, he estado muy impulsivo, y no me gusta.

Phantasy // COMPLETAWhere stories live. Discover now