|ekatón dekatéssera|

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Capítulo centésimo décimo cuarto
La reaparición pública
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Una de las cámaras cayó directamente al piso, empujada por la inercia del cuerpo de la pequeña que corrió adentrándose en el recinto a través del túnel.

Su padre, en una combinación de pena y risas la tomó entre sus brazos para cargarla en el ligero llanto que la niña pasaba tras el impacto, mientras su mujer a duras penas llegaba a alcanzarlos con la misma mezcla de sentimientos que él, pero eso no evitó que se tomaran la mano, manera de la que habían estado caminando desde que se bajaron del auto pero se rompió tras que la pequeña corriera (y por desgracia se estrellara con la cámara ante la curiosidad que le causó).

—Tú no te salvas— medio rió, medio le amenazó Janett—. Ven aquí, traigan otra silla.

El hombre, "esa persona", solo se rió, cosa que tensó a Scott.

La pequeña no se quiso separar de los brazos de su padre aunque su mamá la llamó, entonces se quedó ahí y se fue a sentar con él.

Aunque luego corrió a pedirle los brazos a Joseph.

—Drake Stone, ¿algo que tengas que decir? — rió Janett, incrédula.

—¿Tengo una hija un poco impulsiva y curiosa con el carácter de su madre lo que es una terrible combinación que muy probablemente me vuelva loco pero que amo por sobre todas las cosas?

—O sea, gracias. Pero...

—Ya te estoy dando mi reaparición pública, ¿qué más quieres de mí? ¿Que te de detalles de mi vida?

Drake, no podía dejar de reír entre palabras.

Scott, bueno, detestaba tenerlo a un lado.

Como si nada, como si Ares no se hubiera quebrantado por su ausencia. Por el supuesto asesinato.

Como si la muerte de Drake Stone no hubiera sido un efecto mariposa.

Joseph alguna vez mencionó que si Drake no hubiera muerto probablemente él y Ares nunca hubieran estado juntos. Cosa que desataba un sentimiento muy raro en Scott que lo más probable era que jamás alguien o algo más lo hiciera sentir. Una parte de él sabía que, bueno, era verdad y luego estaba la otra, la enfurecida. Esa parte negativa que no le gustaba tener, pero que su madre le hacía consciencia cada vez que podía sobre que, por favor, no satanizara el sentir.

Quizá nunca hubiera estado con Ares, y quizá ella se hubiera mantenido en esa relación tan tormentosa, quizá nunca hubieran existido sus hijos, y se odiaba por sentir y pensar, que, si Drake no hubiera muerto, quizá Ares siguiera con vida.

Quizá una vida de mierda, pero viva.

Sabía que era un pensamiento terrible, pero lo tenía.

Luego la razón, lo hacía pensar, en que quizá Ares estaba mejor así.

—No estaba planeado— musitó Drake, al ver que la conductora no captó su sentido del humor.

—¿Entonces...?

—¿Ya terminaron de hablar de la película?

—Ya me jugaron esa carta, tú no te salvas.

Él rió ligeramente.

—Tuvimos que hacerlo. Esa parte, de que me metí en cosas que no debía, eso sí es verdad. Lo admito. Me metí en negocios ilegales por todo lo que ya se sabe. Que había embarazado a mi novia, que lo queríamos tener pero sabíamos que nuestras familias no iban a estar de acuerdo, que nos casamos en secreto, que nos íbamos a fugar y que no tenía acceso a mis cuentas personales y que Emma ni siquiera las tenía. James, o bueno, "él"... ¿aquí sí puedo decir su nombre, verdad?

Phantasy // COMPLETAWhere stories live. Discover now