|penínta dýo|

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Capítulo quincuagésimo segundo
De un musical
Parte I

-Podrían decir lo que fuera, pero las cosas jamás eran como lo suponían. A pesar de todo, nunca la merecimos. Y no lo digo como si fuera entretenimiento. Hablo como ser humano. Te lo dice alguien que lo podía ver por ambos lados. Como público y como alguien que sabía qué pasaba detrás de escena.
Siempre aguantó cuando nunca debió.

-Quiero que nos llevemos bien.

-Y yo quiero un ferrari rojo y tampoco lo voy a tener.

Apenas podían hablar en realidad. La mascarilla ya estaba secándose por completo.

Ares agarró el celular de su hermano y revisó el temporizador. Aún faltaban cuatro minutos para que tuvieran que levantarse a limpiarse la cara. También tenían exfoliante en los labios

-Primero aprende a conducir- dijo Joseph apenas pudiendo mover la boca.

-Yo no tengo quince mensajes de Geovanni. Opino que cortes a Tara y aceptes tu sexualidad de una vez.

El pelinegro le había entendido perfectamente por más dificultad que ella tuvo al hablar.

Pasaron tres minutos completamente en silencio antes de que el temporizador sonara y ambos se levantasen de la cama de la rubia para meterse a su baño.

Fue una batalla para agarrar agua del lavamanos. Para los hermanos no era posible que ambos se pararan frente al lavamanos y ambos agarrar agua a la par para retirarse la mascarilla. No. Uno tenía que empezar primero y luego el otro. Ver quién lo haría primero era lo difícil. Hasta que Ares empujó a su hermano y se enjuagó el rostro primero.

-Me salvaste la vida- murmuró él, cuando ambos iban más o menos por la mitad-. A mí se me acabaron las mías. Y hoy tenemos que vernos radiantes.

-¿Papá no te dice nada porque uses mascarillas?

-Papá no sabe que uso mascarillas, hermanita.

-¿Eres capaz de contarle tus aventuras de cuando eras el playboy de Belcourt pero no que usas mascarillas?

-Así es- supiró Joseph-. No sabe nada de mi... rutina de cuidado. Ni de que me saco la ceja y esas cosas, ni quiero que lo sepa. Pero supongo que se ha dado cuenta. Se da cuenta de todo y me da miedo porque siento que es como una cámara de vigilancia: observa y guarda pero no dice nada.

-¿Se te daña la masculinidad por cuidarte un poquito?- habló Ares juguetona. Amaba molestar a su hermano con lo mismo siempre.

-Yo soy un hombre- gruñó Joseph.

-Te voy a decir qué me dijo Scott cuando estábamos desayunando- dijo ella después de volver a ponerse jabón-: follar no te hace más ni menos hombre. No te hace hombre, en realidad.

-Oh, vaya- habló sarcástico él.

Ares rodó los ojos. Mejor iba a cambiar el tema.

-Joseph, escúchame lo que te voy a decir- se aclaró la garganta ella, miranddo fijamente el reflejo de su hermano en el espejo-: no la vayas a cagar.

Phantasy // COMPLETAWhere stories live. Discover now