|ekatón pénte|

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Capítulo centésimo quinto
¿Aceptas...? II
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Queda claro que conté bastante enfocadas en mí y mi marido lo que fueron mis últimas dos semanas en Dawthorne. Así que tengo algunas cosas pendientes de contar antes de pasar al baile y lo que vino después.

Creo que empezaré con Adam y Ares, quienes un día antes del trágico juego de volleyball del viernes, tuvieron que hablar para resolver sus problemas una vez más.

Todos sabemos la parte de la historia en la que ella lo invitó al baile, y bueno, eso dio entrada a que Adam sintiera como si le debiera algo a ella. También aquella primera vez que hablaron, que tocaron temas como el machismo que querían erradicar de su relación. Lo que precisamente fue lo que impulsó a Ares a ser ella quien lo invitara.

Bueno, el problema inició el sábado, que Adam empezó a tener atenciones excesivas hacia Ares. Sí, sí, en cierta medida siempre había sido así con ella, pero el sábado a pesar de la resaca que ambos se cargaban, hasta parecía que quería besar el suelo que ella pisaba (más de lo usual).

Llevarle el desayuno a la cama fue lo que lo inició, algo lindo si se ve como un hecho aislado. Estuvieron ahí un rato sin hacer nada hasta que yo los saqué de ahí para que ayudaran a limpiar.

¿Creen que Adam la dejó cargar, juntar, limpiar o cualquier cosa? No. Desde el inicio Ares le dijo que el desastre era de todos y todos íbamos a limpiar, de una manera tranquila. Pero él... no quiero decir que la ignoró, pero la ignoró y siguió haciendo todo él. Igual Ares mantuvo la calma, insistiendo en que la dejara hacer algo, pero sin éxito. Claramente ella le dijo que eso no le pareció una vez que terminó, a lo que Adam solo pidió disculpas y ya.

Luego regresaron a la habitación de él, y bueno, después de estar un rato acostados mirando televisión, él le pidió a Ares que le enseñara a tocarla.

Si bien, no era que Ares no quisiera, la cosa era que sí le extrañaba. Era repentino y no habían estado haciendo nada que pudiera levantar las ganas de eso.

—¿Eh?

—Eso. Quiero aprender.

—Y... ¿a qué se debe?

—Yo... pues eso. Quiero aprender— prácticamente repitió él.

Ares alzó una ceja, dudosa.

—¿A qué se debe?— también repitió ella.

—Solo quiero aprender, ¿sí? ¿Por qué tú no quieres?

—Adam, mira— suspiró Ares, incorporándose para sentarse en la cama—. Yo no sé qué tienes hoy, aparte de la cruda, claro... toda la vibra que te cargas, estás muy raro. Es por eso que quiero saber antes de pasar a lo que sea. Y no, no es que no me gustes ni que no quiera nada contigo en ese sentido que es claro que sí. Es eso, que tu vibra está rara hoy.

—Vibra— chistó él como si fuera gracioso.

—¿Qué te pasa hoy?— cuestionó la rubia, lento, enfatizando el "hoy" una vez más. Su mirada estaba comprensiva por el contrario.

Adam negó con la cabeza encogiéndose de hombros, indicando no saber.

Ares apretó los labios de una manera desaprobstoria pero tampoco se esmeró en hacerlo hablar sí o sí.
Solo le puso una mano en el hombro.

Pasaron unos minutos y él se pasó una mano por la cara, medio estresado, medio preocupado.

—¿Puedes hacerme... el grandísimo favor, de quitarte el short?

—Adam... ay, no— suspiró ella agotada, primero alzó las manos como si se rindiera, antes de hacer lo que él le pidió—. Todavía no me voy a quitar las bragas, ¿okay?... Y es más fácil así— dijo lo último, acercándose más a él, recargando su cabeza en el pecho  de Adam, acostándose una vez más después de hacer que él le rodeara por la cintura.

Phantasy // COMPLETAWhere stories live. Discover now