|evdomínta tessera|

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Capítulo septuagésimo cuarto
¿Puedo abrazarte?

J o s e p h

Mente en blanco.

Yo, la verdad, quería que fuera un sueño. Uno de los tantos que había tenido con mi mamá a lo largo de los años. A lo largo de mis casi dieciocho años vida.

Cuando era niño, eran sueños recurrentes. Provenientes de que siempre me frustró no acordarme del rostro de mi mamá por cuenta propia. Una estupidez, no necesito que me 

Me frustraba porque yo sí la había conocido. Tenía diez meses cuando ella... cuando ella. Cuando ella, sí. No sé qué agregar después de eso.

Sé que a esa edad no sabes nada de nada pero a mí me frustraba, ¿de acuerdo?

A veces cambiaba el contexto, pero la mayoría del tiempo era el mismo concepto. Ella de espaldas, con el largo cabello negro del que tanto había oído hablar y visto en fotografías. Generalmente, se encontraba vestida de blanco. Muchas veces en una terraza de la casa, la más alta de todas, la que se puede ver desde las escaleras de la entrada de la casa, pero en realidad nunca he sabido cómo llegar ahí. Le hablaba insistente, pero no me escuchaba al parecer. Le gritaba pero era inútil. Le preguntaba si era ella realmente. Le pedía que me dejara verla. Que me dijera algo.

La mayor parte del tiempo, me despertaba justo antes de acercarme a ella. A unos simples pasos. Y cuando no, nunca le veía la cara por una u otra cosa.

En ocasiones (en mi idioma, casi siempre), justo antes de verla de alguna manera resbalaba y caía. Ahí, en un insufrible vacío... despertaba sudando frío. Con un nudo en el estómago. Y después, un llanto de impotencia se apoderaba de mí. 

Otra vez diré que siempre me sentí culpable por no recordar su cara por cuenta propia. Siempre. 

Y en realidad, no tengo la más remota idea de por qué me afectaba tanto. Pero lo hacía. Lo hacía y dolía demasiado.

Otra parte de mí se quería obligar a que me dejara de doler. ¿Por qué? Porque era injusto para Ares.

La verdad es que tampoco sé por qué siempre tuve ese sentimiento hacia ella. El que no podía sufrir porque ella sufría el triple que yo. O hasta más que el triple. 

Como una nota extra antes de seguir, diré que vayan a terapia para dejar de sentirse culpables por cosas como esa. Porque todos tenemos derecho a sentir y la obligación de abrazar y entender nuestras emociones.

También para muchas cosas más, pero creo que ese era uno de mis principales problemas.

Pero otra vez me desvío. Enfócate, Joseph. No voy a mentir, por más que me prepare para venir a plasmar esto eliminando todos los posibles distractores aún así mi mente me hace da las suyas. 

Es más que obvio que esta vez es porque, bueno, me cuesta hablar de eso.  O no sé si el verbo costar sea el correcto. Pero mi idea se da a entender.

Las escenas están tan borrosas y tan rápidas cual tráiler de película.

Ojalá hubiera tenido un tráiler para ese momento.

Quizá no me hubiera derrotado por dentro.

Y así como así, tras años de lamentos y castigarme a mí mismo por no recordarlo, de un momento a otro, pude ver el rostro de mi mamá. De un momento a otro, la tenía enfrente de mí. 

Así como en mis sueños, a unos simples pasos. A unos cuantos metros.

Siempre había estado a unos jodidos y estúpidos metros.

Phantasy // COMPLETAOnde histórias criam vida. Descubra agora