|dekaeptá|

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Capítulo décimo séptimo
De querer atraer y querer dejar ir







-¿Ustedes dos qué piensan? ¡Son casi las once y media!

James no fue capaz de hablar. Sebastian irrumpió abriendo la puerta principal. Y Ares no pudo creer que su padre fuese tan oportuno, y James interprertó aquello como una señal.

De que debía quedarse callado por al menos un rato más.

-Es fin de semana- dice James, mirando a Sebastian con un poco de valentía.

-La noche del domingo no cuenta, al día siguiente hay clases. Así que ya vete.

Sebastian señala la reja de la entrada con la mano y la mirada. A él no le queda otra opción más que suspirar. Le da un beso corto a la chica, la mano al hombrey se va por donde llegó.

En cuanto James se da la vuelta, Sebastian jala del brazo a Ares para que entre. Ella tiene cara de desesperanza otra vez.

-¿Y bien?- preguntó ella tímidamente.

-No van a durar más de seis meses- responde su padre, indiferente, caminando de vuelta a su despacho.

Ares abrió la boca, ofendida. Cruzó los brazos, mirando al mayor con indignación.

-Papá, ¿sí sabes cuánto tenemos juntos?- preguntó, en su tono en el que usualmente le habla a las chicas de la Academia; las que la consideran una perra.

-Yo sé lo que te estoy diciendo- sigue hablando Sebastian con indiferencia, al caminar-. Pero en fin, va a ser lo mismo que con el alcohol, Ares. Por más que te diga, que te lo prohíba, no vas a dejar de hacerlo. Eres igual de terca que tu madre.

-No, no sabes lo que estás diciendo.

-¿Ah, sí?- se rió él, mirando a su hija de reojo antes de darse la vuelta completamente. Parecía despreciarla-.¿Yo no sé qué estoy diciendo?

Ares lo mira desafiante, y asiente con la cabeza. La risa desaparece del rostro de Sebastian, le levanta la mano. Ella ya tiene los ojos cerrados, esperando el golpe.

-Muy bien- gruñe él, apretando su puño-. Ya me cansaste, lárgate a tu habitación, ¡puta madre!

No necesitó decírselo dos veces, Ares casi salió corriendo a bajar las escaleras, donde casi se cae por el desespero, tuvo que sostenerse del barandal.

Una vez abajo, entró a la habitación lo más rápido que pudo. Dejó tirada la maleta a la primera oportunidad y se sostuvo de sus rodillas. Se dejó caer sobre la primer cama que vio, la suya. Mira por un instante el techo, como si soñara.

Luego se gira a la cama de su hermano.

-Ya lo sabe, Drake- ríe por un momento ella, como si aún estuviera él para sus pláticas nocturnas-. No me fue tan mal.

No tan mal pero quizá mañana tendrá que usar bastante corrector. Y del amarillo que cubría golpes.

Suspiró después. Sacó su celular, abrió el grupo con Anthony y Daniel, pero bloqueó el teléfono inmediatamente. ¿Está enojada con Daniel?

Las palabras de James sobre que debía dejarlos de lado comenzaban a rondarle la cabeza otra vez.

¿De verdad no había visto el mensaje en que Daniel declaraba estar enamorado de ella? Aunque James es capaz de hasta borrarlo.

Miró al techo, y suspiró de nueva cuenta. Se pone de rodillas sobre la cama, para abrir la cortina detrás de ella, para ver el mar. Parece perdida en su visión. Tan concentrada que quiere olvidarse de todo.

Phantasy // COMPLETAWhere stories live. Discover now