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Capítulo quincuagésimo
De el querer

-Creo nunca nos habíamos unido todos. Jamás. Menos para odiar a una misma persona

-Súbete al auto.

Ella volteó a verlo sorprendida.

-¿Qué?

-Que te subas al auto. O caminas otra vez como siempre, me da igual.

James se subió al asiento del conductor después de dejar su maleta en el asiento trasero.

Tenía cara de no poder con su vida.

Kendra no lo pensó dos veces antes de subirse.

-¿Por qué huele a Ares?- preguntó ella, con el ceño fruncido.

-Pues porque Ares se subió. No llegó volando, te lo juro- gruñó él, encendiéndolo aunque Kendra ni siquiera había cerrado la puerta aún.

-Ya deja de estar enojado- murmuró Kendra, agarrándole el brazo. Quiso recargar la cabeza en él, pero James se quitó-. En serio. Ya dejó muy en claro que no te extraña.

-Claro que me extraña. Pero se quiere hacer la valiente. No va a aceptar que cometió un error cortándome. Por eso me ignora, no puede ni verme a los ojos porque sabe que estará a mis pies otra vez.

Kendra suspiró y rodó los ojos. Ya no quería darle vuelta a lo mismo. Pero sabía que con James era imposible. Hasta que él no quisiera dejar las cosas de lado no lo iba a hacer.

-¿Por qué me dejaste subirme al auto contigo?- preguntó ella de golpe.

-Porque quería darle celos.

-Creo que no lo lograste. Ni siquiera estaba volteando a ver.

-¡Ya sé, Kendra! ¡Ya sé!

Él golpeó el volante y la pelinegra supo que debía callarse por su propio bien.

El departamento de James no estaba tan cerca como la casa de Scott de la Academia, pero no era mucho camino. El problema era que a Kendra le parecía eterno.

Jamás se le había hecho tan lento el camino y eso que desde que se fue a vivir con James después de que madre la echara, iba y venía de Belcourt caminando porque precisamente, él no quería que los vieran llegar juntos.

-¿Hay para cenar?

-No sé.

-Carajo, Kendra. Ni para eso sirves. Estuviste ahí todo el fin de semana sola. Y te di dinero para que hicieras las malditas compras, ¿qué mierda hiciste con él?

En ese momento, ella exhaló de alivio al ver que entraban al estacionamiento del edificio.

-Hice compras, pero para mí.

James no le dijo nada ya. Su expresión lo decía todo.

Ni siquiera la esperó para nada, en cuanto apagó el auto se metió las llaves en el bolsillo y salió, estrellando la puerta. Kendra suspiró de nueva cuenta para calmarse.

Phantasy // COMPLETAWhere stories live. Discover now