|ekató dekaeptá|

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Capítulo centésimo décimo séptimo
La culpa
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—... Me arrodillé a su lado, era lo menos que podía hacer. Dio todo lo que pudo, fue fuerte hasta cuando ya no tenía fuerzas. Aguantó todo. Siempre. Desde el día uno que llegó a este mundo. Y su vida había terminado así... yo no quería creerlo. Y viéndolo desde el egoísmo yo sentía que no podía perder al amor de mi vida, no podía perderla a ella y no podía perderla así. Ella, no podía irse así, era más que injusto, ¿verdad?

Hasta la conductora estaba llorando.

—Totalmente injusto— sollozó Joseph, quien estaba tan ido que había pasado desapercibido sin problemas en los últimos minutos—. Ares no...

No sabía ni qué iba a decir con exactitud.

—Joseph, sabemos que ahora es completamente diferente— murmuró Janett, tomando la mano del aludido—. Pero, volviendo a esos tiempos. ¿Perder a dos hermanos en cuestión de un año?... lo siento tanto.

—¿Por qué crees que me volví loco?— medio rió él, sin esforzarse en no permitir que el llanto modificara su voz.

—Es que, ¿por qué te ríes?— chistó Scott, negando con la cabeza. Riendo él un poco también junto a sus hijos.

—¿Qué me queda por hacer?— repuso Joseph—. ¿Qué nos queda, mejor dicho? ¿Quienes son los que se toman un vodka el veinticuatro de noviembre a ver quién tiene la mejor anécdota?

—A finales de agosto, inicios de septiembre y a finales de noviembre nuestra familia mantiene la economía de las licorerías de Miami— rió Alexander, pero pareció arrepentirse de hablar al instante. Era como si hubiera pensado en voz alta.

A Regina le dio más vergüenza que a él, pero como fuera, Alexander sabía que no era el mejor momento para hablar. Su función era ser soporte y ya. Y que estaba desviando el tema a algo que no venía al caso, y era una falta de respeto a la memoria de su mamá.

En defensa de Scott y de Joseph, la idea de iniciar el veinticuatro de noviembre tomando vodka había sido idea de Sebastian. Lo que pasaba era que él ya no podía pasar más allá de un trago y generalmente eran ellos dos los que se quedaban después de todo el agotador día. Les hacían compañía los demás miembros de la familia, pero siempre terminaban siendo ellos dos.

Con más o con menos gente, no cambiaba el resultado: Scott terminaba por vomitar siempre. Agregaba la cerveza en honor a su padre y claro que no era una gran combinación. Al menos cada vez se le veía menos lo ebrio.
Joseph terminaba llorando desconsolado abrazando la botella y Geovanni lo cargaba hasta la habitación más cercana a como podía.

—Vodka— repitió Janett, pero parecía más una pregunta.

—En honor a Ares, por supuesto— sonrió Joseph aunque aún le caían algunas lágrimas a sus mejillas de manera silenciosa y aleatoria—. Ella era la diosa griega del vodka.

—Cada quien bebe en honor a su muerto del veinticuatro— dijo Scott, y aunque sonaba cruel, se dio a entender que era un chiste local de la familia ya que las personas en las gradas se rieron—. Por ejemplo, Garrett no toma vodka ni cerveza, toma tequila por todas esas veces que Daniel salió castigado por ponerse astral con este.

—Y Alenna toma SKYY de manzana verde por Dakota. Michelle whiskey preparado por sus papás. Y Monique tomaba vino blanco hasta que el doctor le dijo que a la siguiente que lo hiciera ella misma iría a brindar con mi abuelo.

—Tradiciones familiares— alzó las cejas  la conductora, riendo levemente—. ¿Alguna más?

—El mismo veinticuatro también... bueno, esa no la creamos nosotros. La gente, los fans, empezaron a hacerla solos.

Phantasy // COMPLETAWhere stories live. Discover now