|ekatón dekaéxi|

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Capítulo centésimo décimo sexto
La hija del asesino, la hija del violador
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Silencio.

Por primera vez, no causado directamente por los Stone.

Y haciéndolo aún más diferente, nadie sabía si siquiera hablar era correcto. Ya ni se trataba de tener las palabras correctas, porque la verdad es que no las había.

Ese hombre, tenía mucho dolor guardado en él.

Por otra parte, en las gradas había otra persona similar a él, pero en un sentido completamente diferente. Dolor y rabia coexistían en sus adentros, así como la vergüenza. Sentía el pecho helado, y un vacío en el estómago cada vez que hablaban de las atrocidades de su padre.

Dannaeh Donnovan Harris, era otra persona que no quería estar ahí.

Entre las mil decisiones que odiaba por parte de su mamá, en esos momentos, a sus quince años, el que hubiera aceptado la invitación para ambas al programa encabezaba la lista.
Sabía que iba a escuchar las mismas cosas que le recordaban todos los días en la escuela o en la calle que su padre había hecho, solo que de viva voz de las víctimas.

Para sí se rió pensando en aquello de viva voz, pero decirlo en voz alta, aún así fuera en un susurro a su madre, sabía que lo único que causaría, era que una vez más la catalogaran tan mierda como su padre.

Y lo último que quería, era lidiar con eso en un día lejos del recinto escolar y su crueldad.

Ella sabía que no era así, pero la tenían cansada.

Solo tenía un humor negro, su segundo idioma era el sarcasmo y era un poco explosiva porque la vida y los contextos en los que había estado la habían orillado a ser así. Pero no era como James.

Eso se repetía todos los días, justo después de cepillarse el cabello frente al espejo.

Pero no, era hija de quienes era hija, y cualquier defecto o mala acción (que claro que iba a tener, tenía quince, joder), la hacía el peor ser humano que hubiera pasado la faz de la tierra después de su padre.

Odiaba muchas cosas también. Estar ahí, "la fama", que le hubieran puesto Donnovan de apellido, la atención, que dijeran que tenía los ojos de su padre, que no la hubieran abortado: su vida, en pocas palabras.

Ahora, la "buena" noticia, era que tenía permitido faltar a la escuela. No tuvo que fingir estar enferma esa vez ni Kendra fingir que le creía, solo para no verle los ojos llorosos al recogerla de la preparatoria. La mala noticia, era que la situación sería estar en ese programa, escuchando cómo su padre le había cagado la vida a todos.

Aún peor que eso, sentía las miradas de reojo cada vez que lo mencionaban sobre ella.

Era importante para su mamá, esa era la única razón por la que no había salido huyendo.

En parte sentía que había pasado lo peor, después de que se contara cómo su padre había matado a Ares Stone.

Las miradas de reojo no cesaron entre el mar de lágrimas, pero luego estaban aquellas miradas directas que le quitaron el aliento. Fueron de corta duración, pero las sintió más fuerte que todas.
Las de Regina y Alexander.

Hubo algo ahí, que la hizo querer llorar.

Generalmente cuando interactuaba con alguien con sangre Stone corriéndole por las venas, en algún punto de la conversación terminaba diciendo un "lo siento".

Ahora después de sentir esas dos miradas, no quería decirlo, quería gritarlo.

Solo quería desaparecer.

Phantasy // COMPLETAWhere stories live. Discover now