|evdomínta tría|

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Capítulo septuagésimo tercero
¿Por un capricho?

S e b a s t i a n

Como ser humano, la certeza de muchas cosas en realidad nunca las tendremos.

Incluso debido a la enorme cantidad de libros que he leído a lo largo de mi vida, llegué a la conclusión de que la realidad podría llegar a ser un conjunto de mentiras y percepciones perfectas para cada cual.

Mentiras y percepciones que llamaríamos nuestras propias certezas.

Con base en esto, podría decir que mis certezas eran:

A) La gente me consideraba alemán, aunque yo nací en California, solo porque mis padres lo eran y para la sociedad, mis facciones y las de mis hermanas parecían alemanas. Y porque sabía hablar alemán a la perfección, claro.

B) No quería ser como mi padre. Y como B.5, preferiría mil veces que mi madre hubiera sido quien viera mis hijos crecer en vez de él.

C) Sarah era quizá la persona en la que más confiaría en mi vida entera. Y como dualidad, la sentía como mi propia hija a veces.

D) Imponer respeto podría ser la mejor estrategia de negocios.

E) Había hecho más de veinte mil horas de ejercicio a lo largo de mi vida.

F) Me da miedo utilizar la palabra "amigo".
Pero David Reynolds me había demostrado que era mi amigo de verdad.

G) Mis hijos valían para mí más que mis trillones de dólares.

H) Quizá nunca conocería a mis hijos realmente.

I) Me fallé a mí mismo: fui un muy mal padre. No voy a intentar justificarme ni nada, lo fui y punto. Por lo que la mayoría del tiempo me sentía como mi propio padre.

J) Quería castrar a James Donnovan. Matarlo quizá. Que sufriera el doble de dolor que le causó a mis hijos y hasta más.

Y por otro lado, quería que Scott Prescott fuera el padre de los hijos que yo sí quería que Ares tuviera.

K) Detestaba llamarme como mi padre. Mi nombre es Edward Sebastian. Por algo prefiero Sebastian mil veces.
Y en cambio, si había dos cosas de mis padres que me gustaron e implementé en mi propio hogar, eran: el no irse de la casa hasta el matrimonio y que los hijos tuvieran los nombres de sus padres.

L) Me quedé con ganas de ponerle a una hija Blair como mi madre y a otra Artemisa.

M) Amo la mitología griega.

N) Hablar mirando el cielo desde cualquier ventana me hacía sentir que hablaba con Maryssa. Lo cual me daba paz.

O) En mis cuarenta y seis años, solamente me había enamorado de verdad una sola vez. De Maryssa Genevieve Esner Belcourt. A quien yo consideraba el amor de mi vida y tal vez la mujer más increíble que pudiera llegar a conocer. La persona que me entendió como nadie, quien volteó mi mundo de cabeza y quien me complementó.

Y muchos años después, estaba en proceso de enamorarme de otra persona.

No me juzguen. No es que a Lyrah vonn Stephens no la sintiera especial, no. Pero crecí en un hogar frívolo. En el que las muestras de amor eran casi nulas tanto de mis padres a nosotros y entre ellos mismos como matrimonio.

Phantasy // COMPLETAUnde poveștirile trăiesc. Descoperă acum