|ekatón eíkosi pénte|

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Capítulo centésimo vigésimo quinto
El resucitado y su familia
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—Después de ver un matrimonio excepcional, ahora vamos con una familia un poquito polémica. Pero sólo un poco.

—El resucitado y su familia, claro que sí— sonrió Drake con el pulgar arriba, cual conductor de televisión.

—Yo no lo quería decir así pero...

—A él no le importa, te lo juro— se encogió Emma de hombros, estirándose un poco para después poner sus manos sobre su vientre otra vez. Iba a reírse, pero su cuerpo no se lo permitió.

—Para qué llorar, para qué enojarse por el latente bullying— filosofó Drake—, si está claro que me lo merezco. Entonces mejor me río y hasta me burlo de mí mismo.

—Oh... okay— musitó Janett, con una risa nerviosa pues no sabía qué decir—. ¿Por dónde empezamos? Ya nos contaste la parte en la que le pintaron el pelo a un cadáver.

—Excelente pasatiempo, deberían incluir una materia al respecto en la carrera de cosmetología— habló Drake, rascándose la barbilla y asintiendo con la cabeza. Cualquiera creería que hablaba en serio—. Pues... ya conté que James me tenía jodidamente engañado y me dijo que todos sabían lo que tuvimos que hacer. Oh, pues sí, vamos a la noche que casi me mata de verdad.

—Claro, como quieras— soltó Janett una risa nerviosa.

—Tenía semanas en las que había días que me dejaba sin comer. Yo... pues era muy ingenuo— tragó saliva, despacio—, le creía cuando me decía que estaba muy "ocupado arreglando mi mierda" y demás. Jamás me imaginé que deliberadamente no me daba comida. Luego fue este mes que él estuvo en la cárcel, que si comí fue gracias a los marihuanos del barrio.

—¿Y me los saludaste?— le recriminó Esther desde su asiento.

—Vuelve a interrumpir y hago que te sientes aquí a un lado como la buena hermana que eres— le amenazó Drake imitando el tono de "perra" de cualquier película para adolescentes genérica, señalándola con el dedo índice—. Pero sí, y dijeron cosas sexuales de ti que no voy a repetir.

—¿Que extrañaban ver mi culo por ahí?

—Eh, sí.

—Eso ya lo sé. Me lo gritaban cuando iba a visitar a mi mamá.

—Oh, yo que quería proteger tu integridad.

Esther chistó con ironía.

—Como decía, sí, perdí la noción del tiempo pero sabía que cuando el grupito de marihuanos buena onda estaba en el retorno era porque era de madrugada... o no me reconocían, o no sabían quién era o estaban súper en otro mundo, quién sabe, y me acercaba a sacarles plática, hacía como que me drogaba, ya sabía yo quién era el que vivía solo porque su familia lo abandonó por marihuano y también sabía que era quien les daba a los demás, así que unos minutos después de ser muy simpático se les acababan sus cositas y me ofrecía muy amablemente a traer de la casa del que vivía solo. Le robaba comida, la verdad. Era la única vez que comía en el día. Ya después les daba sus cositas e inventaba una excusa y me iba, hasta eso que eran respetuosos. Pero es que esos eran los marihuanos buena onda, pues.

—Ay, Drake— Emma apretó los ojos y parecía reprimir una risita.

—Pues es que eso eran, mi vida. Marihuanos buena onda que espero ahora estén muy bien, ya sea que hayan ido a rehabilitación, sean consumidores ocasionales, o en su defecto y por desgracia sigan siendo marihuanos pero también buena onda. No mala onda como los de la esquina de atrás. Esos golpeaban.

Phantasy // COMPLETAWhere stories live. Discover now