|ekatón dekaoktó|

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Capítulo centésimo décimo octavo
Los papás siendo papás
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Efectivamente, dejaron que Sebastian Stone se fumara un puro. Entre tanto, pusieron otra silla a un lado de Alexander pero en cambio, fue Regina la que huyó a un lado de su hermano, dejando el espacio libre entre Joseph y Scott.

Sebastian le revolvió el cabello a los dos antes de irse a sentar. Pero finalmente, Scott le dijo a ambos que se regresaran a las gradas. No tenía caso que se quedaran más, y sabía que en gran parte estaban incómodos. Regina fue la primera en abrazarlo por un segundo pero con fuerza, para volver a su lugar, y por último Alexander le imitó. No pasó un minuto después de que se sentara para que se retomara la transmisión.

—Obviamente yo no me había dormido— habló Sebastian en cuanto vio el foco rojo debajo del lente de la cámara encenderse—. Ellos se iban a ir a Londres, solo estábamos esperando que la lluvia se detuviera. Porque sí, cuando Ares nació estaba lloviendo y se fue también mientras llovía.

Para el público él miraba a la conductora como se supone que debía hacerlo, pero la realidad era otra. Sebastian no miraba nada. Solo se sabía los trucos para sobrevivir a las cámaras y ya; para tener a las masas contentas.

Porque él no podría estarlo.

—De todos modos, yo tenía un presentimiento que jamás podré explicar. Era como si el abdomen me quemara. Estaba muy nervioso, la maldita lluvia no se detenía y aquel hijo de puta estaba suelto. Nunca supimos cómo era que los encontraba aquí siempre, pero yo estaba más que asustado por eso. De repente esa sensación en el abdomen se intensificó, y luego entró la llamada de Scott... las manos me estaban temblando como ni siquiera sé qué... desde que no podía hablar, fue como si yo ya lo supiera.

Scott asentía con la cabeza, con los ojos cerrados. Joseph, parecía apenas golpearle duro. Era su turno para revivir ahora.

—Yo me quedé helado, insistiendo que me dijera qué pasaba. Empezó a llorar y solo dije "por favor dime que no...", Scott igual no podía hablar, y yo empecé a sentir que perdía el control de mí cuando dije "¿Ares está bien?", "¿Los niños están bien?"...

—Solo pude decirle que no— apenas dijo Scott—. Y me preguntó... me preguntó que si estaba en la morgue, así como así. Y por quién. Solo pude decir: "la mató".

—Dos veces en cuestión de un año y tres días— repitió Janett la fórmula, ahora con Sebastian, quien asintió con la cabeza con sus manos en sus coronillas, con ojos cerrados mientras las lágrimas caían. Él ya estaba rojo del llanto.

—... Quisiera decir que no podía creerlo... pero de poder, podía. James era capaz de cualquier cosa, yo... yo era el que no quería creer que había perdido a mi niña. Que me la arrebataron.

—Y fue lo mismo, pero con un año y tres días de separación— habló Joseph, con la voz bastante ronca—. Yo sí estaba dormido porque me estaban medicando para dormir. Eran hasta mis últimos días en casa, ya casi me iba a Nueva York con Geovanni, de hecho él se quedó a dormir ese día pero sí habíamos dormido, pues. Papá me despertó, Geovanni se despertó porque sintió que me moví y lo primero que mi padre dijo fue "mataron a Ares". Lo mismo había sido con Drake. Se me vino el mundo encima. Tuve una crisis...

A Joseph le dolía aún pensar en su yo atormentadísimo de entonces. Y le dolería toda la vida.

—Con Drake mi papá se puso tan mal que tuve que conducir yo, ahora los dos éramos incapaces de cualquier cosa. Yo nada más me acuerdo de caer temblando al piso, apenas pudiendo respirar, no sé si me desmayé...

—Te desvaneciste— repuso Sebastian.

—Bueno, no sé qué tanta diferencia haya. Para esto mi papá había roto muchas cosas en su oficina a este punto también. Yo me desvanecí y se enojó conmigo porque estábamos perdiendo tiempo.

Phantasy // COMPLETADove le storie prendono vita. Scoprilo ora