|triánta pénte|

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Capítulo trigésimo quinto
De acorralar

-Miré todo pasar... y tenía razón. ¿Por qué ella? ¿Qué daño les hizo? Sí, era algo suicida de mi parte... pero quería protegerla. Lamento los daños ocasionados.

Ares sí escuchó a su padre, pero también escuchó a Lupita al bajar las escaleras, y no iba a ir.

Aunque ya se sentía acorralada. ¿Qué iba a hacer ahora, qué iba a decir? La cabeza ya no le daba para más entre aquéllos dos que le rondaban sus pensamientos.

No tenía cigarrillos, y la ansiedad comenzaba a clavarle un puñal en el corazón.

Aunque no quería pensar en objetos punzocortantes atravesando cuerpos porque eso la llevaría a pensar en Drake. Y pensar en Drake no era una opción ahora que hasta comenzaba a darle migraña. Hacía mucho que no estaba tan estresada, hasta sentía que comenzaba a darle pánico.

Si de por sí estaba rota, el recuerdo de su hermano la enterraba quinientos metros bajo tierra por completo. Aunque también quisiera estar muerta.

Gritó al no encontrar cigarrillos, la ansiedad se la estaba comiendo. Ni siquiera tenía uno de marihuana, ni nada parecido.

Quería llorar.

Pero tampoco podía hacer nada al respecto, escuchaba pasos en el pasillo, su padre iba a enfrentarla, era obvio que iba a hacerlo. Ya sentía que le daría un ataque de pánico, ¿qué mierda iba a hacer?

Escuhó una mano en la perilla de la puerta. Y al segundo, escuchó esta moverse. Inmediatamente cerró el cajón donde guardaba todo lo que Sebastian no debía ver, aunque de momento no hubiera nada más que sus cuchillas y el encendedor.

Se alejó y se sentó en el edredón rojo de su cama, entonces, agarró el celular para disimular.

Sebastian abrió con el plato que ella había dejado en las manos, y la miraba dolido.

-No voy a decirte nada porque sabes qué te voy a preguntar- le habló con un nudo en la garganta, y Ares se quedó muy sorprendida, ¿quería llorar?-. Te voy a dar un minuto para que me expliques qué se supone que piensas.

Efectivamente, quería llorar. Se le notaba en la voz y en los ojos.

-No tenía hambre- se encogió de hombros ella con la vista en el piso. Del desespero, le temblaba la pierna.

-Ares.

Ella empezó a encajarse las uñas.

-¿Por qué haces esto?

Ares giró el rostro.

Entonces escuchó a su padre sollozar.

-Hija, ¿por qué te haces esto?- él dejo el plato en la cama de Drake, para tomarle el hombro a su hija. Pero ella lo ignoró, incluso, giró más su cara-... Ares, dime algo.

Le tomó el mentón y la obligó a verlo a los ojos. Los cuales, de la parte de Sebastian, estaban llenos de dolor.

Pero su hija no iba a hablar.

-Hey- le insistió, jalándole más.

-Déjame en paz.

-¿Que te deje en paz? Pues no, Ares. Lo siento. Pero no puedo permitir que sigas haciéndote esto- él ya estaba al borde del llanto-. Hija, por favor.

-Déjame.

Sebastian la soltó y se pasó las manos por las sienes como lo hacía cuando se estresaba. Miró un segundo por la ventana y murmuró algo que Ares no escuchó, pero parecía pedir ayuda. Le agarró la mano a su hija, y la arrastró fuera de la habitación.

Phantasy // COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora