Phantasy // COMPLETA

|ekatón triánta pénte|

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Capítulo centésimo trigésimo quinto
Los Stone Rhodes VII
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—Creo que vamos a llegar a una parte que muchos quieren escuchar— sonrió Janett.

—Por morbosos de mierda, ¿por qué más?— replicó Geovanni al instante—. La historia de Marlee se irrespetó desde un inicio porque como era de esperarse se filtraron cosas, pero— enfatizó, e hizo sobresaltar a más de uno con ello—, si se va a contar aquí, es porque ella lo quiere así y lo decidió, no, no es porque queríamos hacernos los interesantes o jalar más audiencia para esto, no. Es porque ella lo quiere así, es su decisión y está en todo su derecho y facultades para que así sea.

—Exactamente, así es— intervino Joseph—. Muchos quieren escuchar esto por las razones incorrectas pero con eso no podemos luchar, y eso no quita que lo harán, así que bienvenidos a la historia de mi niña Marlee. Siéntense y edúquense, por favor.

Ella sonrió nerviosa y atinó a saludar con su mano, y aún sin saber si debía o no, habló:
—Hola, soy Marlee Stone Rhodes, tengo once años de existir, pero de vida realmente estoy próxima a cumplir dos.

Hubo una ligera pausa, ya que su propia familia le aplaudió.

—Muchos ya lo saben, pero, cuando teníamos veintisiete años fuimos por una adopción más, movidos por ver lo felices que habíamos hecho ya a cuatro niños, y lo orgullosos que estábamos de la vida que les hemos dado... y por eso mismo, teníamos ganas de crecer a nuestra familia más, porque teníamos las ganas, la disposición, el dinero, para darles lo que se merecen y hasta más— habló Joseph, a la vez que Liam le cambiaba de asiento a Marlee para que quedara a un lado de él. Una vez que eso se concretó, le tomó la mano—. Y entonces conocimos a una personita que tenía seis años entonces. Una personita que sufría mucho por dentro... porque su exterior, no le representaba.

—Y eso jamás se lo había podido decir a nadie desde que fue dejada en el orfanato— habló Geovanni, e iba a seguir, pero Marlee le miró pidiendo la palabra.

—Cuando se los dije a mi... otra familia, me trataron mal y me golpearon. Me dijeron que era una tontería y que ya se me pasaría. Claro que no se me iba a pasar y cada vez odiaba más el cuerpo en el que estaba y lo que implicaba, insistí en que me ayudaran, cada vez se hizo peor y me terminaron dejando en el orfanato después de divorciarse, se echaban la culpa el uno al otro de que "estuviera mal de la cabeza", antes de eso discutían todo el tiempo y ambos me culpaban. Fueron muchos meses en el proceso a terminar ahí, donde me dejaron— ella sonrió un poco, melancólica, pero después alzó la cabeza—. Nunca creí poder decírselo a nadie, porque de verdad creí que yo estaba mal de la cabeza y que era un problema y lo olvidaría y era la peor persona posible porque creía haber ocasionado tanta destrucción... y luego los conocí a ellos. Me sentí en casa desde el primer momento— inevitablemente, empezó a llorar.

—Con ella sí tuvimos tres visitas antes de la adopción definitiva, fue en la tercera cuando nos lo dijo— explicó Geovanni—. En la primera sí nos llamó la atención lo triste que se veía, por eso nos acercamos. Nos pidió jugar Monopoly, lo hicimos, dio la hora de dormir y nos dijo que si podíamos volver otro día. Lo hicimos, platicamos un poquito más en esa segunda visita, jugamos Pictionary, otra vez Monopoly y una vez más se nos fue el día. Nos fuimos a casa otra vez, y nosotros sabíamos que sí queríamos adoptarla, pero obviamente teníamos que hablar con ella primero. En la tercera visita la encontramos llorando, escondida... como deben hacerse las cosas, respetuosamente y sin invadir su espacio intentamos ayudar, cosas pasaron y nos lo dijo todo.

—Nosotros ya nos habíamos dado cuenta que podría ser algo de esa magnitud, obviamente. Lo habíamos estado hablando, eso y otras alternativas que nos venían a la mente— siguió Joseph—. Fue un honor que nos dejara saber, y fue entonces cuando le dijimos que si nos dejaba ser parte de su historia, que si nos dejaba ser sus papás. Nos dijo que sí, tomó sus cosas y se fue a nuestra casa.