|triánta|

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Capítulo trigésimo
De la conexión

-Espera, espera. ¿Qué estás diciendo? ¡Fue el mejor día de mi vida!

Ares salió del baño, y por más que buscó indicios de quien había hablado con ella, no vio a nadie por ningún lado.

Resopló. Quizá se estaba volviendo loca de verdad y no había hablado con nadie.

Ahora, en lo que debía pensar, era en pretender que nada había pasado. Por lo menos unas horas hasta llegar a la comodidad de su habitación. En donde le contaría a Drake lo que había pasado.

Contarle a Drake significaba pararse enfrente de la cama de blancas sábanas que perteneció a su hermano, y hablarle al viento sobre lo que le preocupaba.

Necesitaba saber qué había pasado con la parte de las cenizas de Drake que no habían enterrado a un lado del cadáver de su mamá. Y por qué su padre había decidido cremar el cuerpo de Drake.

Ares tomó aire. Se dio un último chequeo en la cámara del celular. No había rastro de llanto ya. Tenía la sonrisa con la que había terminado el riff off en su cara. Todo estaba bien. Por supuesto que sí. Era Ares Stone, a ella nunca le pasaba nada malo y era el ser más feliz en toda la faz de la tierra.

Tenía que aguantar. No tenía otra alternativa. No dejaba de repetirse que aguantara hasta llegar a su habitación.

Joseph corría por todo el patio hasta que la divisó.

-¡Dos cosas que decirte!- exclamó, poniéndole las manos en los hombros a su hermana.

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Pero claro que Madelline Simmons-Donnovan había presenciado la "escena" de su hijo y Ares.

Su única intención era felicitar a la Stone. Decirle lo mucho que la adoraba y lo feliz que estaba por ella así como lo orgullosa que la había hecho sentir.

Al principio no quería creerlo. De puta no la bajaba por aquélla canción con Scott, reclamándole, celoso, como si conociera a la rubia. Y le gritaba como si se hubieran empezado a desnudar enfrente de todos. Vio a Ares tensarse cada vez más. Como si fuera una bomba que le habían encendido la mecha.

Después empezó a gritarle también que sin él no valía nada. Que todo lo que era se lo debía a él. Ares rodó los ojos como si lo escuchara todos los días.

Pero después su hijo empezó a reclamarle cosas de hacía días. Y ella ya   no pudo más.

Fue cuando Ares habló y él estuvo a punto de golpearla.

Por un segundo, vio los ojos de "su niña" aterrorizados, como si sólo fuera a aceptar su destino. Pero después tocó la corona que acababa de ganarse en un intento de protegerse y el semblante le cambió de un segundo a otro. Se armó de valor para hacerle frente y empujarlo. Para rechazarlo después.

¿James nunca la había invitado a salir? ¿Había escuchado mal? ¿La quería sobornar o condicionar con una salida con él?

Entonces Ares se fue y el corazón de Madelline se le rompió de poco al verle la cara a su hijo. Estaba tan enojado que parecía que estaba loco.

-James Andrew- le llamó, con un nudo en la garganta.

Él pareció dar un salto.

-¿Le levantaste la mano a mi niña?

-Mamá- murmuró asombrado. Pero no tenía el valor para voltear a ver a Madelline. Claro que no.

-Te estoy hablando.

Phantasy // COMPLETAWhere stories live. Discover now