|ekatón triánta dýo|

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Capítulo centésimo trigésimo segundo

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—¡Liam, apresúrate!

—¡Ya voy, papá!

Él aún seguía algo aturdido de lo que acaba de presenciar.

Tanto que no se dio cuenta de cuándo llegó a su asiento, cuándo las cámaras estuvieron encendidas otra vez y cuándo su padre empezó a hablar.

—... Mi papá... obviamente iba a meter dinero, ¿sabes? Porque podía, simplemente. No podía esperar las horas reglamentarias. En cosa de horas... había una Alerta AMBER con la cara y el nombre de Ares...

Eso a Joseph le dio un escalofrío e inconscientemente, sin temor a dejarse llorar otra vez, miró al techo y luego agachó la mirada. Impaciente movía una pierna de abajo hacia arriba una y otra vez. Juntó sus manos y empezó a jugar con sus dedos.

Geovanni, como primer impulso, tuvo el de separar las manos de su esposo y tomarle una para besársela. Las dejaron unidas sobre los reposabrazos contiguos de sus sillas, a la vez que Joseph tomaba otro impulso para seguir.

—... A mí se me deshizo el mundo. Y esto ya lo dije pero lo repito, no le deseo a nadie, a absolutamente nadie, la sensación de querer gritar, de querer llorar, de querer correr y no poder hacerlo... y luego está algo aún peor, cuando el miedo, el dolor, en general, todo, es demasiado, y no puedes hacer nada más que llorar. Viví las dos en cosa de nada.

Intentó respirar lentamente para calmarse, pero no pudo.

—Ya no sé si yo soy el que no se acuerda, si lo tengo borroso o mi mente lo tiene bloqueado. No me acuerdo de casi nada en específico, pero las sensaciones sí y perfectamente, tanto que las vuelvo a experimentar cada vez que hablo de ese día— diciendo eso, se tocó el abdomen con su mano libre al experimentar esa unión perfecta entre lo conocido como un nudo en el estómago y un vacío en este. Le costó respirar después de eso—. Tengo este flashazo de mí sentado en el pasillo de donde era mi habitación y las de mis hermanos en casa de mi papá, recargado en la pared justo al bajar las escaleras, llorando. Mi papá se volvía loco en la sala haciendo llamadas. Y yo... le pedía a quien fuera que me dejara despertar de esa pesadilla. Porque debía serlo, ¿no? Ese día se quemó Belcourt y mi hermanita desapareció dejando una escena en el baño que no nos daba buenas esperanzas. Se me rompió el alma cuando vi que no era una pesadilla, y esa era mi realidad. Desde ahí yo creo... que fue cuando empecé a perderme a mí mismo.

A Geovanni se le rompía el corazón siempre que escuchaba a su cielo decir eso.

—Mi papá gritaba en el teléfono, luego gritaba solo. Golpeaba la pared. Bajó a donde estaba y me hizo levantarme. Me preguntó que si yo a quién había llamado o qué había averiguado... yo ni siquiera estaba mentalmente ahí, claro que no había hecho nada más que llorar por el miedo que tenía. Me gritó que no podía ser posible, que no me importaba mi hermana, que no podíamos perderla también a ella... y... ay...

—¿Qué pasó, Joseph?

Él no sabía si decirlo.

Una parte suya quería gritarlo, porque así habían pasado las cosas. Otra, ya había perdonado a su padre de todo lo que había pasado, y no quería ponerlo en una situación así, porque sabía que el mundo también ya lo había perdonado.

—Dilo— musitó Daphne—. Él no se va a enojar, te lo prometo.

Asimismo, Brandon le asintió con la cabeza apenas su hermano lo buscó con la mirada.

Joseph tragó saliva y apretó la mandíbula, así como la mano de su marido. Geovanni le dio otro beso en el dorso de la mano.

—Fue...

Phantasy // COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora