|ekatón eíkosi éna|

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Capítulo centésimo vigésimo primero
La preproducción
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—Buenas tardes— se limitó a decir ella, apretó más la mano de su prometido y prácticamente ya no tenía opciones para sentarse. Solo le quedaba a un lado de, bueno, Drake.

Y digamos que, claro que se enteró del escándalo sobre la verdad de Drake Stone, fue noticia internacional y casi se atragantaba con lo que estaba comiendo al ver el reportaje. Hasta le pidió a su novio que le tratara de traducir a Inglés lo que decía la nota, o al menos se lo leyera en palabras más simples porque aún así tuviera años en Corea del Sur, no sentía que dominara el idioma y dudaba sentir eso en algún momento.

El punto era que, no podía creerlo. Pensó primero que había entendido mal o que en su defecto, era una broma.

En el aeropuerto, no hablaban de otra cosa quienes estaban "trabajando" salvo de la transmisión que se estaba llevando a cabo. La joven que les hizo el proceso de migración al aterrizar, no prestó mucha atención al inicio, solo hablaba con la otra trabajadora de que, primero, qué mierda con Drake, y en segunda, que osadía la suya poniéndole Ares a su pequeña hija y en tercera que, si qué carajo pensaban los Stone respecto a la sobrepoblación, al traer tantos niños al mundo.
Y claro, que aún había Stones que faltaban por traer más Stones, los hijos más pequeños de Sebastian, de Daphne para abajo.
Eso tras que decidieran en conjunto dejar de hablar de la tragedia sobre la muerte de Ares y su irrespetado funeral, así como que les daba mucha tristeza más que nada por los mellizos.

Luego la trabajadora revisó el pasaporte de Tara y al ver su nombre, alzó la vista boquiabierta mirándola.

Se supone que le debían hacer preguntas y sería un proceso que podría hacerse muy largo el entrar al país, pero no fue así, solo le selló el pasaporte y le dijo que le deseaba la mejor de las suertes, después de pedirle una foto.

La verdad, Tara estaba muy nerviosa. Y se notó en la sonrisa que propició.

Hasta dudó en ir. ¿A qué lo haría? Ella había quedado como una de las villanas de la historia, a la par que Anthony y Sarah. No corrió con la suerte de Kendra que sin nadie darse cuenta, le habían perdonado. Tanto los Stone como el mundo en general.

Si habían calificado a Sarah como una maldita por saber la verdad sobre Maryssa Esner y jamás decirla, y hubo hasta quienes le acusaron de manipuladora aún así habiendo cuidado de los Stone Esner como si fueran sus propios hijos, ¿qué le esperaba a ella?

Quizá era que Tara era del equipo de la culpa todavía. No al grado de Sebastian, pero aunque ni siquiera pensaba en eso la mayoría del tiempo, sabía que había contribuido a hacer miserables los pocos años de vida de Ares Stone y jamás podría pedirle perdón.

Tara ya tenía treinta y un años, estaba comprometida con su pareja de hacía seis y había hecho y seguía haciendo una buena carrera, pero no en Estados Unidos. Y sabía que no querría hacerla ahí nunca. Jamás volvería ahí, ya no había nada que la atara a estar al país, salvo para cosas muy especiales, como la entrevista de Phantasy.

Hacía dos días aún lo dudaba, a pesar de ya tener el boleto del avión y pensó en ir sola. Ir y volver, nada más. Era una fecha complicada la que se acercaba, era un evento complicado y era un ambiente complicado. Pero no, su pareja insistió en acompañarle aún así no conociera a nadie y el Inglés no fuera su fuerte.

Ahora estaba ahí, mirando pálida a Drake, un poco agitada ante el shock que le causaba tenerlo a un lado, mientras él le sonreía y saludaba agitando la mano como si nada, su hija le imitaba.

Emma ni volteó a verla, mientras que Kendra se había quedado esperando que al menos la saludar tras pasarle por el frente.

Tara no quiso ser grosera, solo aún no podía creer lo que veía. Tanto así que ni se inmutó por el peso de las miradas del resto de las personas en el foro, todo lo contrario a su novio.

Phantasy // COMPLETAWhere stories live. Discover now