|ekatón triánta ennéa|

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Capítulo centésimo trigésimo noveno
Las Harris III
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—Permíteme me vuelvo a agarrar de mi silla.

—Agárrate. Ponte magnesio como los que levantan pesas— se aclaró Kendra la garganta después de aprovechar para tomar un trago de agua—. No sé ni por dónde empezar.

—Por donde gustes que nos morimos por escucharte.

—James estaba... desquiciado. La desaparición de Ares lo...

Una vez más, se le cortó la voz y se le llenaron los ojos de lágrimas, pero en esta ocasión no las dejó salir.

—Esa noche se drogó. Rompió muchas cosas en el departamento. Y me tiró una lámpara a la cara.

—... No...

—Sí. Obviamente yo estaba con miedo, yo estaba en la habitación, y escuchaba todo lo que estaba rompiendo afuera. Entró y se alteró más como de acordarse que estaba ahí. De un momento a otro, ya me la había tirado y me gritó mierda y media. Me dolió el golpe y aparte el foco estaba caliente... pero no tuve tiempo de fijarme en ese dolor, porque me estaba mirando... de una manera que aún me llena de miedo... y me levanté para correr, pero me agarró, me abofeteó y me dijo que era lo peor que le había pasado, luego se bajó el pantalón y yo le pedí que no, luego me dijo que para algo era su esposa, que mínimo para eso sirviera, que era lo único que yo sabía hacer. Después que acabó como que se quedó dormido y se me ocurrió irme al balcón a esperar a que se le pasara realmente. Luego se despertó y vi que salió de la habitación, pero aun así no me atrevía a volver a entrar... y no dejaba de ver hacia abajo, algo en mí me decía que me tirara.

—... Ay, Kendra...

—Dormí en el balcón, me daba mucho miedo entrar. Ahí, en el suelo, sin nada más. No tenía ni una silla ahí, ni una maceta, nada, era solo el balcón. Hasta el otro día volví a entrar, y otra vez estaba alterado, pero se fue. Yo no dejaba de pensar en mi bebé, llamé al doctor, pero ese día no tenía espacio para verme, estaba muy nerviosa. Y luego llamaron a la puerta, era Madelline.

—La manera en que lo dices no me deja esperar nada bueno.

—Me preguntó si estaba su hijo y le dije que no, y pareció que eso era lo que quería. Rápido. Pasó, y vio el desastre y me preguntó qué era eso, y yo le dije que su hijo se había alterado anoche. Me preguntó si se había emborrachado y le dije que algo así, y me dijo que no lo culpaba porque qué tristeza que se hubiera casado conmigo. Luego me dijo que si qué esperaba para limpiar, y yo le dije que lo iba a limpiar él porque él fue el que cagó todo y se enojó y se puso a limpiar ella llamándome inútil y buena para nada. Apenas terminó y me dijo que odiaba el hecho de que me hubiera casado con su hijo. Yo le dije que era bien obvia y ya sabía. Me dijo que solo quería que su hijo me diera su dinero, y luego me dijo que originalmente iba a hacerme una pregunta. Haz tu apuesta.

—Ni idea.

—Pues quería preguntarme si realmente sí era de su hijo el bebé que estaba esperando, porque hasta ella sabía que yo era una cualquiera. Eso dijo.

—¿Qué le pasa?

—Pues me odiaba. Odia. No sé. Espero tenga más cosas que hacer ahora. Se puso a decirme que ella también estaba embarazada y era capaz de limpiar, que yo no pusiera excusas y que si su hijo había bebido anoche y causado eso lo más seguro es que fuera porque por mi culpa ya Ares no lo iba a querer y había perdido la oportunidad de casarse con la mujer de sus sueños. Creo que no estaba ni enterada que Ares estaba desaparecida, yo tampoco, no la culpo. Y se puso a hablar mil maravillas de ella. Que tampoco la culpo, pura cosa cierta decía, pero me estaba jodiendo. Luego se fue, y me puse a llorar. Ya no sabía ni por qué.

Phantasy // COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora