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𝔇𝔢𝔰𝔭𝔲é𝔰 𝔡𝔢𝔩 𝔩í𝔬 de la detención en el bosque, los chicos se habían convencido de que Snape era un seguidor de Quien-tú-sabes, entonces al estar débil, Snape robaría la piedra filosofal para fortalecer al Señor Oscuro.
-Entonces por eso creemos que Snape quiere la piedra y trataremos de impedirlo- explicaba Hermione Granger. -¿Vendrías con nosotros?- ofreció Hermione.
-Claro que si- respondió _____ -¿Pero ya hablaron con algún profesor primero?
-Nadie nos cree- suspiró Hermione.
-Qué extraño. Por alguna razón no puedo creer que sea Snape quien esté detrás de todo esto- murmuró Lestrange -Pero en fin, ¿Cómo es el plan?
-Hoy a media noche espéranos en las afueras de la sala común de Gryffindor- instruyó Hermione -Trata de que no te vean, y no te asomes demasiado para no despertar a la Señora Gorda. Después, iremos a la guarida del perro para distraerlo y entrar a la bóveda para detener a Snape.
-De acuerdo.
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A la hora acordada, ______ Lestrange esperó en la puerta de la sala común de Gryffindor, agarrándose con fuerza de su suéter de lana para calentarse un poco. Sus rodillas juntas mientras esperaba sentada en los escalones de piedra, igual de frías, que le congelaban sus piernas.
Hermione y los chicos se estaban tardando más de lo que deberían, algo preocupante debido a lo puntual que era Hermione.
Después de esperar otro rato con el ceño fruncido, finalmente se abrió la puerta de la sala. El corazón de la niña dio un giro nervioso, no descartando la posibilidad de que algún maestro la encontrara allí. Su rostro cambió a aliviado al ver a Hermione allí, por lo que se acercó a la entrada con una sonrisa.
-¡Hermione!- susurró -¿Qué los hizo tardar tanto? Casi me congelo ahí afuera, además de que la gata de Filch pasó dos veces...
De repente, detrás de Hermione, la chica de Hufflepuff vió en la oscuridad una figura tendida en el suelo, completamente paralizada e inmóvil como si de una piedra se tratara.
-¿Qué es eso?- cuestionó.
-Es Neville. Tuvimos que detenerlo pues no quería dejarnos ir- explicó Hermione, haciéndose a un lado para que entrara ______ y viera la escena ella misma.
En efecto, ahí yacía Neville Longbottom completamente inmovilizado. Sus brazos y piernas estaban firmemente pegados y su expresión estaba congelada, aunque debía admitirse que se veía muy tierno con su pijama azul de ositos.
-Pero...- comenzó _____, no sabiendo si reír o preocuparse ante la situación. Se arrodilló junto a Neville, tomando una almohada del sofá y delicadamente colocándola debajo de la cabeza rígida de su amigo. -¿Y cómo se deshace este hechizo?
-Umm- titubeó la de cabellos desordenados -Realmente no lo sé. Entré en pánico y pronuncié el primer hechizo que se me vino a la mente.
-¡Por Merlín, Hermione!- reprendió ______ -Como sea. Se les acaba el tiempo. Ustedes váyanse y yo veré la manera de ayudar a Neville.
-¿Estás segura?- cuestionó Harry.
-Podríamos sólo llevarlo a la enfermería después- sugirió Ron.
-No se preocupen- continuó _____ -Ustedes vayan, yo intentaré ayudar a Neville. Les deseo mucha suerte y por favor tengan cuidado ¿Si? Y quiero que cuando regresen me lo cuenten todo con lujo de detalle.
Los niños asintieron ante la petición de su amiga, yéndose rápidamente después de despedirse con una sonrisa corta.
Al encontrarse ya en la soledad, la niña fue rápidamente por una manta y la puso sobre el cuerpo inerte de Neville, pues aunque estuviera petrificado, probablemente igual podía sentir el frío que hacía. Después se puso a rebuscar entre los cientos de libros en la sala, tratando de adivinar cuál era el que liberaría a su amigo.
Tomando varios, se sentó en el sofá, pacientemente pasando sus ojos cansados por las letras que cada vez se le hacían más borrosas. No estaba encontrando nada útil hasta que un sonido peculiar llamó su atención.
Trevor, el sapo de Neville, croaba repetidamente, casi pidiéndole a la niña que lo escuchara o prestara atención.
-Oh, hola Trevor- saludó _____, rozándose las cienes con agotamiento.
El sapo saltó dos veces en el mismo lugar, haciéndole notar a _____ que estaba sobre un libro con una página abierta justo en donde lo necesitaba. Al notarlo, la niña se acercó un poco y sopló levemente para quitar el polvo sobre las paginas viejas y amarillentas del libro.
"Petrificus Totalus
También conocido como maldición de parálisis de cuerpo entero o maldición de inmovilidad total.
Petrificus Totalus es una maldición que paraliza temporalmente al oponente.
Los efectos de la maldición de parálisis de cuerpo entero se pueden deshacer mediante el uso del encantamiento general contrahechizos, el hechizo sanador Episkey, una poción anti-parálisis o el hechizo Reparifors."
Decía la primera página.
-¡Ay, Trevor, gracias!- agradeció la Hufflepuff, acariciando brevemente al sapo y poniéndose en práctica para conjurar el contra-hechizo.
Ahora lo difícil era lograr hacer el hechizo con éxito. Era magia realmente avanzada, según el libro, y conllevaba una cierta pronunciación y movimiento de varita realmente específicos para conseguir el triunfo.
Pasó un tiempo realmente largo de intentos fallidos. Después de todo, _____ era apenas una primeriza, a pesar de haberse pasado toda su vida rodeada de magia y hechizos.
Con los ojos casi cerrados por el sueño, conjuró una vez más las palabras al azar con un movimiento de varita aleatorio al cual no le prestó cuidado. Inadvertidamente logró exitosamente romper el hechizo que inmovilizaba a Neville y tras un último parpadear cayó profundamente dormida en el sofá.
Sintiendo una vez más movilidad y libertad en las extremidades de su cuerpo, Neville Longbottom se fue levantando del suelo, cuidadoso de no despertar a la chica que lo había ayudado. Movió sus articulaciones, logrando que de ellas salieran crujidos como si de un anciano se tratara.
Sonrió cálidamente al dirigir su mirada a su amiga, que dormía ininterrumpidamente sobre el sofá de cuero con ojeras bajo sus ojos. Tomó la cobija que ella le había puesto en su estado de parálisis, delicadamente acomodándola sobre el cuerpo de ______ y subiéndola hasta sus hombros.
Olvidándose por completo de Harry, Ron y Hermione, el niño con pijama de ositos dirigió una última mirada encariñada hacia la forma durmiente de su amiga. Tomó a Trevor en sus manos y se sentó en una silla cerca de la chimenea, quedándose allí todo el tiempo que fuera necesario para cuidar que nada le pasar a ella.
