𝙲𝚊𝚙í𝚝𝚞𝚕𝚘 𝟻𝟷

183 17 0
                                    

-Despedidas y castigos-
🪴🪴🪴

     𝔄 𝔭𝔢𝔰𝔞𝔯 𝔡𝔢 los días de verano calurosos que se presentaban en aquella época, las noches eran tan frías como las invernales, la única diferencia siendo la falta de nieve en el suelo y el aire

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

𝔄 𝔭𝔢𝔰𝔞𝔯 𝔡𝔢 los días de verano calurosos que se presentaban en aquella época, las noches eran tan frías como las invernales, la única diferencia siendo la falta de nieve en el suelo y el aire. Neville Longbottom dirigió su mirada a la chica cuya cabeza reposaba en su hombro, descubriendo que había quedado dormida bajo aquel árbol de sauce.

Sonrió con un leve rubor en sus mejillas que nadie notó, tal vez solo los insectos que corrían por las hojas y el tronco del sauce, quienes puede, o puede que no, chismearían al respecto con sus familias y amigos del reino animal.

Temiendo poderse enfermar él mismo y que la bella durmiente a su lado también se resfriara, lentamente se movió para alzarla y llevarla a la casa. Hizo todo tan cuidadosamente que _____ ni siquiera se quejó dentro de su ensueño. Con una mano en su espalda y la otra detrás de sus rodillas, la cargó como si fuera una novia recién casada, trató de no pensar en eso.

Augusta Longbottom los esperaba en el pórtico con un pañuelo en su fría nariz. Sostenía una mano en su pecho y tenía el ceño fruncido, al parecer la habían preocupado.

-¡Neville Frank Longbottom!- exclamó la mayor cuando los vio acercarse.

-¡Shh! ¡Abuela!- susurró el muchacho, cuidadosamente subiendo los escalones del pórtico -Está dormida.

-Tengo ojos, Neville- dijo la mayor en un suspiro de rendición. -¿Crees que se enoje su padre si ella no llega por esta noche?

-Yo, uh... no lo sé, abuela.

-Ya es tarde y se ve que la pobre está cansada... llévala al cuarto de invitados, mañana por la mañana le escribiré una carta a su familia como disculpa.

-Si, abuela- suspiró Neville, llevándose a su amiga durmiente mientras trataba de averiguar en su mente cómo impedir que la carta fuera escrita.

Ignorando el hecho de que ya no sentía los brazos, Neville tuvo especial atención y sensibilidad al dejarla sobre el colchón, luego desdobló una cobija y la puso encima.

Una sonrisa boba adornó sus suaves facciones, tomando por última vez la mano de la chica que le gustaba y depositando un beso en ella, luego se fue y cerró la puerta, dedicándole una última mirada llena de cariño a su forma adormecida.

🪴🪴🪴

Un pequeño rayo de sol se asomó tímidamente por la ventana, alumbrando con su extravagancia los párpados de cierta jovencita, quien al intentar cerrar la cortina desde su cama como lo hubiera hecho en su propio cuarto, terminó estirando tanto su brazo que se cayó de la cama.

Con una pequeña queja confundida la chica abrió sus ojos y analizó sus alrededores. Ese no era su cuarto. Era una bonita habitación con tapiz de colores pastel en las paredes. Tanto los marcos de las ventanas como de la puerta estaban pintados de blanco, cuando en su casa las puertas no se pintaban, sino que se barnizaban para acentuar el color natural de la madera.

𝔉𝔩𝔬𝔯𝔢𝔰 𝔄𝔪𝔞𝔯𝔦𝔩𝔩𝔞𝔰 ||  𝒩. 𝐿𝑜𝓃𝑔𝒷𝑜𝓉𝓉𝑜𝓂 Where stories live. Discover now