𝙲𝚊𝚙í𝚝𝚞𝚕𝚘 𝟽𝟷

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-Injusticia y castigo-
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     𝔘𝔫 𝔱𝔢𝔯𝔯𝔦𝔟𝔩𝔢 𝔡í𝔞 𝔢𝔯𝔞 𝔞𝔮𝔲𝔢𝔩

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𝔘𝔫 𝔱𝔢𝔯𝔯𝔦𝔟𝔩𝔢 𝔡í𝔞 𝔢𝔯𝔞 𝔞𝔮𝔲𝔢𝔩. Neville Longbottom había llegado apresuradamente donde estaba su mejor amiga, no tenía aliento y su cabello se había desordenado. La tomó de la mano y comenzó a conducirla por los pasillos sin explicación previa.

-Neville- dijo ella preocupada al verlo tan agitado -¿Qué pasó? ¿Estás bien?

-Debes venir- logró decir cuando respiró un poco -Se trata de Trelawney.

Inmediatamente _____ imaginó de qué podría tratarse. Dolores Umbridge estaba detrás de todo eso, pero eso era algo que Lestrange no permitiría.

Ambos lograron hacerse un espacio entre la multitud que murmuraba acerca de lo que ocurría, todos confundidos y algunos incluso burlescos.

Al llegar, encontraron a muchos otros estudiantes atónitos ante la escena de Filch cargando las maletas de Sybill Trelawney y dejándolas en el suelo mientras ella estaba sin habla, sus ojos llenos de lágrimas empañaban sus anteojos.

Dolores Umbridge se acercó a la pobre mujer frente a ella, caminando con la espalda erguida y una sonrisa cínica. Al verla, la profesora se levantó temblorosa, tropezándose con sus maletas.

-Dieciséis años he trabajado aquí- comenzó, su voz estaba quebradiza y apagada -H-Hogwarts es mi hogar. No puede hacerme esto- sollozó, sosteniendo su bolso firmemente con ambas manos.

Como era de esperarse, _____ había comenzado a llorar. Ver a una de sus profesoras favoritas en tal estado de desesperación y angustia la destruía. Sentía que debía hacer algo.

-De hecho si puedo- respondió Dolores, enseñando un sobre sellado.

-No puedo permitir esto- murmuró _____, alejándose de Neville a pesar de sus protestas. Tal vez en situaciones como esta, ser una Lestrange no sea algo tan malo. Había notado el miedo en los ojos de Umbridge desde el día uno, y si eso podía servirle en algo, lo usaría.

Caminó con furia hacia la escena, su corazón retumbando en su pecho y doliendo ante tal injusticia. El llanto de Trelawney solo empeoraba todo, así que la abrazó sin pensarlo mucho y miró a Dolores con la peor mirada que pudo hacer.

-¿Hay algo que quieras decir, linda?- cuestionó Umbridge.

-Hay muchas cosas que me encantaría decirle- replicó la menor, lágrimas de impotencia resbalando por sus mejillas -¿Es que acaso usted no tiene corazón? ¿Su necesidad de mostrarse poderosa es tanta para caer tan bajo?

Umbridge alzó las cejas, incrédula de los que sus oídos escuchaban. Estaba siendo regañada por una mocosa de quince años, eso era indignante para ella.

-Usted- la voz de _____ fluctuó, su dedo índice señaló a Dolores mientras trataba de calmar a su maestra -Usted no tiene ningún derecho. El hecho de tener la autorización del Ministerio para modificar las cosas a su antojo no la convierte en ningún tipo de deidad. Si tan sólo tuviera una verdadera razón, o si estuviera despidiendo a quien lo merece, pero en su lugar se deshace de una mujer cuya pasión por su materia es mayor que la mayoría de maestros en este lugar, incluida usted.

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