𝙲𝚊𝚙í𝚝𝚞𝚕𝚘 𝟽𝟶

161 15 0
                                    

-El ascenso del árbol de truffula-
🪴🪴🪴

     𝔑𝔢𝔳𝔦𝔩𝔩𝔢 𝔏𝔬𝔫𝔤𝔟𝔬𝔱𝔱𝔬𝔪 fruncía el ceño, analizando la mano de su amiga enrojecida y lastimada

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

𝔑𝔢𝔳𝔦𝔩𝔩𝔢 𝔏𝔬𝔫𝔤𝔟𝔬𝔱𝔱𝔬𝔪 fruncía el ceño, analizando la mano de su amiga enrojecida y lastimada. Las palabras "No llegaré tarde ni seré respondona" estaban grabadas en su piel, y era obvio que ardían pues incluso sangre fresca aún salía de las hendiduras.

Tomó un poco de crema que Madame Pomfrey le había dado y comenzó a pasarla delicadamente por la herida, su dedo índice temblando ante el miedo de lastimarla aun más. Ella hizo una pequeña mueca.

-Qué horrible mujer- murmuró, casi para sí mismo.

-Lo sé, realmente no la soporto- suspiró _____, tratando de no sonrojarse ante el cuidado de Neville.

-¿No deberías decirle a Dumbledore?- cuestionó, levantando la mirada brevemente. Sus bellísimos ojos verdes mostraban preocupación y sus cejas estaban fruncidas en descontento.

Él era tan bonito.

-No creo que le agraden demasiado este tipo de "detenciones".

-No quiero estresarlo más de lo que ya está- respondió _____ -Además, desde lo de Cedric, estoy segura de que me desprecia... sólo me deja quedarme en Hogwarts porque no tiene razones suficientes para expulsarme.

-Como si fuera tu culpa- se quejó Neville -Él fue quien no quiso hacerte caso.

Rió levemente ante lo enfadado que Neville se veía, las comisuras de sus labios estaban hacia abajo y sus cejas juntas evidenciaban su molestia. Siguió untando la crema, pero no perdió la delicadeza en ningún momento.

-Listo- suspiró al terminar.

La crema actuó rápidamente y cicatrizó la herida en menos de un minuto, dejando la mano de ____ como si nunca nada hubiera sucedido.

-Gracias, Nev- sonrió sonrojándose, su corazón retumbó en su pecho cuando él besó su mano tímidamente en donde la herida había estado.

De repente, una horripilante voz que reconocerían en cualquier rincón del mundo llamó su atención.

-Perdóneme, profesora, pero ¿qué exactamente está usted insinuando?- cuestionó Dolores. Parecía estar discutiendo con la profesora McGonagall mientras subían unas escaleras. Sus voces hicieron eco en el Gran Comedor.

-Estoy meramente sugiriendo que cuando se trata de mis estudiantes, usted se adhiera a las prácticas de disciplina ya prescritas- respondió Minerva.

-Sonará absurdo de mi parte pero me parece que usted está cuestionando mi autoridad en mi propia clase, Minerva.

Dolores subió un escalón, para verse más alta que Minerva y poder verla como inferior.

-Para nada, Dolores.

McGonagall subió otro escaleno también, su esbelta figura siendo siempre más alta y amenazante.

-Pero sí cuestiono tus métodos medievales.

-Lo siento, querida- Umbridge se veía estupefacta y hasta ofendida -Pero cuestionar mis métodos es cuestionar al ministerio, y por extensión, al ministro mismo. Soy una mujer tolerante, pero algo que no soportaré es la deslealtad.

McGonagall se vio incrédula, su mirada envejecida mostró enojo ante tal falta de respeto.

-¿Deslealtad?- cuestionó Minerva con el ceño fruncido.

Dolores subió otro escalón y volvió a aparentar más altura que Minerva. Enderezó su espalda y posicionó sus hombros hacia atrás en señal de superioridad. Alzó la barbilla y miró a los estudiantes por en medio de su nariz.

-Las cosas en Hogwarts van mucho peor de lo que temí- comenzó el árbol de truffula -Cornelius querrá comenzar a actuar inmediatamente.

Proclamación
Decreto Educacional No. 23
Dolores Jane Umbridge
Ha sido designada al puesto de inquisidora en el colegio Hogwarts de Magia y Hechicería.

Y a partir de ese día, esa horrible mujer comenzó a salirse con la suya para todo. El ministro le había concedido el poder de cambiar las cosas en Hogwarts a su parecer, y ahora habían reglas para absolutamente todo que colgaban de una pared cuyo único propósito se había transformado en el de sostener aquellos decretos.

"Proclamación
Decreto Educacional No. 24
No habrá música durante horas de estudio"

"Proclamación
Decreto Educacional No. 30
Todos los productos Weasley serán prohibidos"

"Proclamación
Decreto Educacional No. 45
La vestidura adecuada y el decoro serán mantenidos en todo momento"

Y eso no era todo. Además de las ridículas reglas que ahora todos se veían obligados a seguir, Umbridge comenzó a meterse con los maestros. Incluida Sybill Trelawney.

-¿Será posible, querida, que predigas algo para mí?- cuestionó. Sostenía una carpeta en la que anotaba todo lo que no le parecía.

Trelawney la miró como si estuviese loca, era imposible predecir algo de manera tan espontánea, y mucho menos cuando se la estaba presionando. Sus grandes ojos aumentados gracias a sus lentes la miraron preocupada.

-¿Sólo una pequeña pequeñita profecía?- insistió la odiosa Dolores Umbridge.

La maestra de adivinación titubeó y miró alrededor, tratando de inventarse algo que satisficiera a la nueva inquisidora.

Verla tan nerviosa y asustada solo hizo que Dolores le cayera a _____ diez veces peor. A muchos no les importaba Trelawney, pero para la chica Lestrange era una de las mejores maestras de todo Hogwarts, y la única que la había escuchado cuando no sabía a quien acudir para contarle sus sueños extraños.

Notando que no salía nada de la boca de Sybill, Umbridge comenzó a anotar en su carpeta.

-Lástima- suspiró cínicamente.

-¡No, no, espere!- rogó la maestra de grandes lentes, sus manos temblando frente a ella para que Dolores no se fuera, pues ésta ya le había dado la espalda y se acercaba a la puerta. -¡Creo que veo algo! ¡Si! ¡Algo oscuro... usted está en grave peligro!

Dolores se dio la vuelta y sonrió con esa sonrisa que daban ganas de arrancársela de lo irritante que era.

-Encantador- murmuró, terminando de escribir en su carpeta.

𝔉𝔩𝔬𝔯𝔢𝔰 𝔄𝔪𝔞𝔯𝔦𝔩𝔩𝔞𝔰 ||  𝒩. 𝐿𝑜𝓃𝑔𝒷𝑜𝓉𝓉𝑜𝓂 Where stories live. Discover now