𝙲𝚊𝚙í𝚝𝚞𝚕𝚘 𝟽𝟿

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-Fuegos artificiales y visiones-
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𝔈𝔩 𝔱𝔦𝔢𝔪𝔭𝔬 𝔭𝔞𝔰ó y ciertos exámenes de un valor mayor a los usuales se aproximaron. Los O.W.L's, pruebas preparadas para medir el conocimiento de los estudiantes en cada materia, y poder prepararlos para lo que podría ser su profesión en un futuro. Eran exámenes ciertamente estresantes y sobra decir que habían estudiantes aterrorizados con fallar.

Hannah Abbot era un claro ejemplo, había tenido un ataque de pánico justo antes de la prueba de transfiguración y _____ tuvo que apresurarse a conseguirle una poción que calmara sus nervios, o si no ambas perderían el examen.

La propia chica Lestrange estaba más que exhausta, completando sus respuestas con agotamiento bajo la mirada fulminante de Umbridge que la perforaba, como si estuviera esperando a que la chica cometiera un solo error para anular su examen.

Lo único posiblemente audible en aquel gran salón era el sonido de las plumas escribiendo sin cesar, lo cual hubiera sido un sonido relajante y agradable si no fuera porque el estrés y la angustia de equivocarse llenaba el ambiente.

De repente, un fuerte estruendo se escuchó a las afueras del aula, sonaba metálico. Las delgadas cejas mal delineadas de Dolores se fruncieron, las comisuras sus labios pintados con infinitas capas de labial rosado descendieron. Varios estudiantes giraron sus cabezas para saber lo que ocurría, otros ignoraron el sonido muy preocupados por terminar antes de que se les acabara el tiempo.

Y luego el sonido volvió.

Y otra vez.

Y otra.

Iba aumentando su intensidad, y ya para ese momento nadie estaba concentrado en su examen.

Umbridge, visiblemente molesta, comenzó a caminar hacia la puerta. Sus tacones haciendo eco contra el suelo al caminar cada vez más rápido y mientras aquel ruido sólo se repetía.

Las puertas se abrieron de par en par, y al principio, lo único que entró al salón fue un pequeño destello que explotó en un insípido fuego artificial. De repente, las jubilosas figuras de Fred y George Weasley entraron volando en escobas, riendo y haciendo piruetas al pasarle a la pesada de Umbridge por encima.

Los exámenes de todos volaron por el aire, desordenándosela y perdiéndose en el piso. Todos rieron ante el alivio que los gemelos proporcionaban, y un fuerte estallido de varios fuegos artificiales coloridos y brillantes adornó el techo.

Había humo de pólvora por todos lados, colores variados cambiaban el escenario cada segundo, más pirotecnia voló alrededor de todos e i cliso persiguió a algunos. Lo mejor de todo era la cara del árbol de truffula, se le veía tan molesta que parecía que su cabeza explotaría en cualquier instante y se uniría al estallido de colores.

Finalmente, un dragón de polvo y estrellas abrió su boca y persiguió a Dolores por el salón, quien huyó despavorida. El dragón explotó en la puerta, y cada uno de los decretos y reglas inútiles se rompió y desvaneció, quedando en escombros.

Los gemelos volaron hasta el patio, riendo como nunca lo había hecho. Todos salieron de sus clases para seguirlos y aplaudir su valentía, nadie sabía alegrar un día tanto como los hermanos Weasley.

Era un talento natural, eran los que traían la risa e iluminaban al mundo con ella. Volvían el mundo un desastre colorido y sin sentido, pero mil veces mejor que la monocromía y aburrimiento en el que a veces nos vemos obligados a vivir.

Y por eso, todos amaban a Fred y a George Weasley.

Pero no todo era paz y alegría.

_____ Lestrange, quien aún aplaudía en un rincón, alejada de todos, comenzó a sentir un intenso dolor de cabeza.

Se tambaleó, encontrando soporte en las columnas del castillo. Lentamente se deslizó hasta quedar en el suelo, respirando con agotamiento. Comenzó a oír voces en su mente que discutían.

-Dame esa profecía- dijo una voz, como un susurro violento que se deslizaba por el aire y atormentaba como veneno.

-Tendrás que matarme- amenazó la otra voz, se notaba el temor en ella, pero ni una sola pizca de arrepentimiento.

-Oh, lo haré, pero primero deberás traérmela- la primera voz respondió, para luego conjurar -¡Crucio!

El hombre, Sirius Black, cayó al suelo en sus rodillas con un quejido de dolor. Voldemort conjuró el hechizo una y otra vez, y el dolor de Black era palpable aunque _____ fuera tan sólo una espectadora. Escuchó sus gritos, y escenarios diferentes de un lugar oscuro y lleno de esferas abrumó su mente.

-¡_____!- una voz afuera de aquella visión, tan calmante como dulce, la sacó de su pensamiento. Era Neville, quien habiéndose apartado de la multitud, tomaba a su amiga de los hombros y trataba de hacerla volver en sí -¡_____! ¿Estás bien?

'No, no estoy bien, estoy harta' pensó ella.

Neville la observó en busca de una respuesta. En realidad no habían hablado desde que _____ se había enterado de lo de su madre, habían pasado como dos semanas, y ella cada día era más reservada. Neville ya no aguantaba estar tan alejado de ella, y ésta era la oportunidad perfecta para acercarse de nuevo sin incomodarla.

-S-si- dijo ella, aún con la mirada perdida y dejando que Longbottom la ayudara a levantarse -Solo... no me siento muy bien.

-¿Quieres que te lleve a la enfermería?

-N-no...

-_____, por favor, dime que te ocurre- el tomó sus mejillas y la obligo a mirarle a los ojos, los cuales comenzaban a acumular pequeñas lágrimas de frustración.

-Vamos a un lugar más callado ¿si?- murmuró ella, analizando sus alrededores llenos de gente que afortunadamente no se había dado cuenta de su condición.

-Si, si, vamos.

𝔉𝔩𝔬𝔯𝔢𝔰 𝔄𝔪𝔞𝔯𝔦𝔩𝔩𝔞𝔰 ||  𝒩. 𝐿𝑜𝓃𝑔𝒷𝑜𝓉𝓉𝑜𝓂 Where stories live. Discover now