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𝔈𝔯𝔞 𝔲𝔫 𝔫𝔲𝔢𝔳𝔬 𝔡í𝔞, uno tanto interesante como preocupante. Por un lado, Colin Creeve había sido atacado y petrificado, la razón aún era desconocida. Por el otro, habría una especie de entrenamiento para saber defenderse debido a estos ataques.
El dicho "entrenamiento" había sido supuestamente planeado por Gilderoy Lockhart, tal vez por fin se le había ocurrido algo útil.
-¡Vamos, acérquense!- dijo Lockhart, subiéndose a la plataforma con una alfombra de los estados lunares. -¿Todos me ven? ¿Me escuchan? Bien. El profesor Dumbledore me ha dado el permiso de organizar esta práctica, en vista de los oscuros eventos que se han estado dando en el colegio. Aquí, aprenderán a defenderse a sí mismos de todo peligro, como yo lo he hecho en innumerables ocasiones. Para más detalles, consulten mis obras publicadas.
Acto seguido, como toda una celebridad, Lockhart se despojó de su capa azul que le colgaba de un solo hombro, arrojándosela a un público de chicas en su mayoría que recibieron la prenda que la recibieron con tanta emoción como si se tratara de la mismísima corona inglesa. Las demás que no habían atrapado la capa, suspiraban con ensueño de igual manera.
Era claro que Lockhart amaba la atención que le daba su público femenino, su sonrisa era prácticamente imborrable.
-Ahora- continuó el rubio -Déjenme presentarles a mi asistente. El profesor Snape.
Oscuro, dominante y misterioso, Severus Snape entró en escena. Su larga capa completamente negra se deslizaba detrás de él al caminar, tan lenta como elegantemente. Todos lo miraban a él a medida que se acercaba, su presencia era indudablemente llamativa e hipnotizante, incluso aquellos a quienes les desagradaba Snape debían admitirlo.
-Él ha aceptado ayudarme con una corta demostración- explicó Lockhart, sus manos en sus caderas mientras él mismo se sentía intimidado por la presencia de Snape -Claro, no quiero que ninguno de ustedes se preocupe, aún tendrán a su maestro de pociones cuando termine con el.
Algunos sonrieron burlándose de sus palabras. Ansiaban más que nada ver cómo Snape humillaba a Lockhart, era obvio quien ganaría tal combate.
Cada quien sacó su varita. Lockhart sonriente y seguro, Snape serio e inexpresivo. Hicieron una corta reverencia mutuamente y se alejaron unos cuantos pasos.
-Uno, dos...- comenzó a contar Lockhart, preparando su posición -¡Tres!
-¡Ex...pelliarmus!- lanzó Severus, alargando las palabras como era su costumbre.
Lockhart salió volando en el aire, pero se rehusaba a dejarse ver como perdedor.
-Qué excelente idea enseñarles eso, profesor Snape- alabó falsamente el rubio -Pero, si me lo permite, fue bastante obvio. Si hubiera querido detenerlo, hubiera sido realmente fácil.
