CAPÍTULO 1

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Era costumbre ese día. Todo empezaba en la madrugada de cada diez de octubre.

El pequeño rubio llevaba ocultándose desde que el reloj había marcado las doce; Intentaba huir sin éxito y ser golpeado en cada oportunidad.

Era su onceavo cumpleaños y siempre era lo mismo.

Itachi le había dicho que no era su culpa. Se lo repetía cada vez que el pequeño lloraba en sus brazos después de a ver sido maltratado. Le repetía una y otra vez que su poder ayudaría a que el algún día fuera feliz.

Porque aquel monstruo que habitaba dentro de él no definía quien era.

El Uchiha odiaba dejarlo sólo, pero sus misiones le pedían su ausencia cada semana y sin agregar los asuntos de su clan. Eran pocas las horas con Naruto.

Itachi le había pedido a Kakashi que lo cuidara, en especial ese día, pero se había quedado atrás intentando contener a unos ninjas que también deseaban atacar a Naruto.

El pequeño ya casi se graduaba de la Academia ninja, pero aun así le faltaba un largo camino por recorrer para ser un Shinobi completo. Y aunque era capaz de defenderse no era capaz de dañar a alguna persona sin una buena razón.

Era verdad que se defendía, pero sólo lo suficiente para huir.

Se había prometido que sería el héroe de su aldea, pero era difícil a veces sostener sus ilusiones.

Más cuando le era difícil caminar por las heridas o pensar a donde ir.

Su casa no era una opción. No tenía a donde ir. Por eso, al ver que comenzaba a amanecer, decidió ir a las orillas de la aldea. Tal vez limpiarse en el río y tal vez pescar algo le ayudaría.

Tal vez sólo por un momento deseo huir... pero no podía.

――

Los pájaros eran el sonido más relajante para Hana esa mañana.
Se levantaba en el amanecer desde que había cumplido su sexto mes de embarazo;
Odiaba pasar esas noches sin poder conciliar el sueño. Era difícil estar siempre al cuidado de todos. Y más cuando ese era su papel.

Pero justo esa noche no era el embarazo la que no la dejo dormir. Si no lo que había perdido justo once años atrás. En una mañana como esa se le había dado la peor noticia de su vida y no podía evitar sentirse nostálgica por ello y algo impotente, aunque quedaba claro que a punto estuvo de perder su vida.

Suspiro una vez más antes de escuchar el sonido del río.
Desde entonces el sentirse como prisionera en su propio clan le era más difícil.
Desde niña lo hacía, pero una niña de cabellos rojos y un niño con el cielo de día en sus ojos, le enseñaron la felicidad que se le había negado y más desde que fue dada en matrimonio a Hiashi... todo había empeorado, pero estar con ellos era de las pocas cosas buenas que tenía su vida.

Aunque nunca perdió la fe de que podría amar al que era su esposo con el tiempo, pero era imposible hacerlo con el carácter de Hiashi. Y más cuando le reclamaba la falta de un heredero.

Y aunque ella quisiera no podía quedar embarazada, eso hasta seis meses atrás.
Saber que sería madre le había dado una alegría que había perdido.

Se sentó en una piedra cerca del río y aprecio el sol de la mañana.
Tocó su vientre y no sintió el movimiento de su bebé.
Le preocupaba que algo estuviera mal en su embarazo. Los curanderos de su clan e incluso ella misma habían visto al bebé y su corazón latía con fuerza. Pero no se movía.

Y por esa razón su felicidad no podía ser completa. Vivía angustiada desde entonces temiendo que su hija ―porque claro que sabía el sexo, esos ojos no ocultan nada― naciera mal o no naciera.

Mi Dulce Niña (NaruHina)Where stories live. Discover now