CAPÍTULO 4

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La pequeña de ojos perlados, de tan solo ocho años, estaba llorando mientras unos chicos solo la pateaban. Había salido corriendo después de que su papá le gritara diciéndole lo inútil que era.

No podía golpear a su hermana. No después de que su madre se había ido y su última voluntad era tener a Hanabi. A veces olvidaba el rostro de ella, pero nunca la calidez que brindaba. Una que ya no tenía. Una patada la hizo caer al piso volviéndola a la realidad.

― Debe ser tan engreída como su primo.

Dijo uno de ellos mientras jalaba los cabellos de la pequeña haciéndola gritar, pero nadie la escucharía estando casi en medio del bosque. ― Aun así, si quitas esos ojos, es bonita la zorra.

Tomo rostro con fuerza para aventarla una vez más. ― Deberíamos enseñarle a respetar a un hombre.

El líder de los tres emocionado por la idea, la jalo del pelo arrodillándola frente a él.

― No...no por favor. Déjenme ir.

Pidió Hinata temiendo que le hicieran algo peor. El niño la miro, pero verla lastimada, alimento más su perversidad.

― Si te atreves a morder te matamos.

Dijo desabrochándose su pantalón. Hinata cerró sus ojos mientras lloraba y pedía ayuda. Sabía que a pesar de todo la matarían. Pero el sonido de un golpe la hizo abrir sus ojos para notar que aquel chico la había soltado

Frente a ella, unos metros por delante, estaba el tipo que la lastimaba, pero este se encontraba con una espada en su pecho.

Y no estaba solo.

Un Ambu con mascara de zorro estaba encima de él, siendo el causante de la muerte del que fuese su torturador.

El Ambu, elevo su cabeza haciendo notar alguno de sus mechones rubios. Hinata no hizo ningún movimiento, mientras el de la máscara, se levantaba y sacaba la espada del ahora muerto. Los otros dos intentaron correr, pero el tipo enmascarado aventó una especie de kunai, pero este tenía tres picos en lugar de uno. Una vez que lo aventó este desapareció. Hinata se asustó, pero al querer correr y dar la vuelta, se topó con que los otros dos estaban muertos también.

El de la máscara de zorro estaba de espaldas a ella, mientras limpiaba su espada la sangre que escurría de esta, en la blanca nieve, dejándola roja también.

Hinata cayó asustada, pero el enmascarado solo volteo para estar frente a frente. Hinata supo entonces que, si hubiera querido matarla, ya lo habría hecho. Por lo que no pudo pensar otra cosa que creer que la había protegido.

Él se acercó, pero esta vez Hinata no estaba asustada, estaba segura que él no le haría nada malo.

Cuando estuvo a su altura la tomo para cargarla e irse de ese lugar. Hinata no hizo nada más que quedarse quieta y dejar que ese desconocido la llevara lejos de la sangre y los cuerpos, con solo un desaparecer y aparecer.

La llevo a uno de los campos de entrenamientos que había, dejándola en una de las piedras, para que el fuera al rio y mojara algo.

Cuando volvió, se acercó con un pañuelo húmedo, limpiando algo de la sangre que escurría de la frente de la ojo perla.

― Tu...tu eres...el...el que me observa verdad.

El enmascarado no hizo ni dijo nada. Siguió limpiando la sangre de Hinata mientras ella intentaba ver algo más, bajo esa mascara. No había hablado desde que la defendió así que no podría reconocerlo cuando escuchara hablar a algún Ambu.

Aunque tampoco serviría mucho, pocas veces había visto uno, pero estaba segura de que el chakra de ese Ambu tenía algo diferente. Era la sensación de haberlo sentido con anterioridad.

― hace...hace algunos años me salvaste de ahogarme ¿verdad? Hanabi fue la que había caído, pero al salvarla fui yo la que cayó después. Lo último que recuerdo es que alguien me deposito en el pasto.

El Ambu retrocedió al ver que había limpiado toda la sangre.

― ca...cada vez que salgo con mi hermana o corro por el bosque...te...te siento. Siempre está ahí. Es...es como si siempre hubieras estado ahí, pero ¿Por qué... porque tardaste tanto en llegar esta vez?

Dijo Hinata algo triste. Salía a propósito a mitad de la noche con tal de sentirlo cerca de ella. Con tal de creer que su antes absurda idea de que alguien la cuidaba fuera verdad. Pero ahora que miraba que no era así y el pensar que simplemente se había cansado de ella, la hacía sentirse deprimida.

― No volverá a pasar.

El Ambu dio la vuelta dispuesto a marcharse. Hinata tomo su mano con fuerza para que no se alejara de ella.

― ¿de...de verdad?

El asintió volteando con ella acariciando su cabello. Aun lo mantenía corto y sus mejillas tenían su sonrojes. Aún faltaba para que pudiera estar completamente cerca de ella.

― Yo...yo... ¿Cómo puedo agradecerte?

Dijo Hinata. El la miro un largo rato antes de agacharse una vez más a su altura.

― Cierra tus ojos.

Le pidió, a lo que ella obedeció. Quito su máscara solo lo suficiente para dejar su boca al descubierto.

Los labios de él y ella se unieron dejando sorprendida a Hinata. El beso fue lento, la media si ella se asustaba, pero cuando sus pequeñas manos acercaron su rostro al de ella, el obedeció e intensifico el beso.

Su corazón podría salirse de su pecho, pero no sabía si era por la emoción o por el enlace de sus lenguas que parecían devorarla por completo en ese beso, realmente no estaba segura, pero, así como llego aquel beso, el desapareció.

Hinata se quedó sola una vez más. Pero ahora ella sabía que no estaba realmente sola. Alguien la cuidaba. Y ella ya lo quería.

Mi Dulce Niña (NaruHina)Where stories live. Discover now