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—Deberia de atender, es el señor.— Loan la mira por el espejo retrovisor.

Ella rueda los ojos.

El teléfono no dejo de sonar desde que terminó el almuerzo con sus hermanos, se están dirigiendo hacia uno de los talleres para poder ponerse a trabajar más cómoda en las oficinas de allí y no tener que estar en el penthouse.

Le hubiera gustado de mil amores viajar con su hermano pero prefiere no tentar a su suerte, ya que el castaño no dejo de llamarla en toda la mañana.

—Y vos no deberías de hablarme más que solo lo estrictamente profesional.— Aprieta sus labios y cancela la llamada.

Loan sonríe cuando su teléfono celular suena. Sigue con la atención clavada en la calle mientras que conduce.

—[jefe...] ... [Enseguida se la paso.]— Sonríe malicioso.

Olivia bufa al escucharlo.

—Puede que tenga cara de bueno pero puedo ser muy temible si me lo propongo, atienda por favor.— Le entrega su celular.

—¿Me estás amenazando?— Se ríe.

—Le estoy recomendando que atienda, porque es la opción que más le conviene.— La observa por el espejo retrovisor.

Olivia lo toma mirándolo con recelo llevando el mismo a su oreja lo más lento posible.

—¿Se puede saber por qué no me respondes las llamadas?— Sisea furioso del otro lado.

—Porque estoy ocupada.— Murmura.

Le molesta muchísimo el simple hecho de que la esté llamando desde el teléfono de su custodio para humillarla aún más.

—Eso no es algo que a mí me interesa, tenés que estar siempre dispuesta cuándo te llamo o te intentó localizar.— Exclama.

  Olivia Suspira.

—Espero sea una broma.— Murmura cansada.

—No lo es.— Responde serio.

—¿Qué querés?— Suelta.

—¿Te quedó claro, Olivia?— Vuelve al tema anterior.

—¡No sos mí maldito dueño, que estemos casados no significa nada imbécil!— Pasa una mano por su rostro y ya no le interesa estar gritando en la camioneta.

—¡En realidad lo soy!— Sonríe por más que ella no lo pueda ver.

—¡Solo estamos casados, y a vos te conviene estar casado conmigo porque no tenes idea de cómo llevar adelante el imperio que nosotros tenemos!— Suelta enfurecida.

—¡Estás demasiado equivocada, preciosa, vos necesitas de mí para seguir viendo a tu familia de porquería!— Se carajea.

La rubia cierra los ojos y aprieta sus labios.

—¿Para que me llamaste?— Suelta molesta.

—¿Por qué fuiste a la facultad cuando te dije estrictamente que tenías prohibido ir?— Cuestiona.

—Tenia que rendir.— Suelta frustrada.

—Se puede llamar y pueden venir a tomarte el examen directamente a casa.— Escupe.

Olivia suspira tirándose hacia atrás en el asiento.

—¿Estás bromeando no?— Ríe irónica.

—¿Me ves bromeando?— Se queja.

—¡¡No voy a vivir encerrada porque a vos se te ocurrio!!— Suelta.

—¡Vas a seguir mis malditas reglas porque te conviene, Olivia.— Alza el tono de voz.

OLIVIAWhere stories live. Discover now