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—¿Querés hablar conmigo?— Sebastián hace acto de presencia en la habitación.

Iván alza sus cejas hacia él.

Estaba en observación.

Todos estaban igual.

En una misma sala para los tres.

A excepción de Olivia. Ella se encontraba en una sala más sofisticada, con la tecnología necesaria para qué pudieran mantener monitoreado al bebé y a ella misma.

—¿De que?— Se carajea.

Sebastián cierra los ojos. —¡Iván, sólo quiero que sepas qué estoy acá para vos! ¡Puedo llamar a tus padres, a tu hermana!— Comenta relajado.

Iván se pone en alerta y niega.

—¡No!— Suelta molesto. —¡No quiero qué lo sepan aún!— Admite.

Cuándo en realidad quiere decir que no sabe cómo decirles qué su hermano murio en sus brazos y no pudo hacer nada para salvarlo.

Sebastián asiente revisando el gotero de su suero.

—Esta bien, Franco hizo firmar al personal de turno el contrato de exclusividad, nadie dirá nada hasta qué ustedes quieran hacerlo, supongo qué idearan una historia y eso será lo qué diremos.— Sonríe.

Esperando calmarlo un poco.

Iván niega.

No quiere estar allí.

No quiere sentir sus puntos adormecidos gracias a la anestesia local.

No quiere sentirse vulnerable y roto.

—¿El bebé?— Pregunta ronco.

Peter lo mira por el rabillo de su ojo.

Emmett se mantiene apretando su herida con ganas de rascar la misma por el comezón qué le genera.

Le habían cosido por dentro, y fuera y el dolor era abrumador.

Ninguno había querido una cantidad importante de analgésicos, simplemente porqué querían estar atentos a lo qué pasaba a su alrededor y Sebastián había sido el responsable de dictar esa regla.

Haciéndose responsable por aquellos tres masculinos.

—Estan bien, ambos.— Se sienta en la camilla de Iván.

Él mismo asiente.

Sebastián suspira apoyando una mano en su rodilla con cuidado.

—¿Y ella?— Agrega apretando sus labios.

Peter sonríe levemente. Aunque Iván no lo logra ver.

Lo tranquilizaba qué aún estuviera pensando en Olivia y preguntará cómo es que se encontraba.

—Le di analgésicos y algo para dormir, estaba perdiendo los estribos y hasta que pueda venir el psicólogo y alguno de ustedes pueda estar a su lado es mejor qué los mantenga así.— Aclara.

Ahora mirando a los hermanos.

—¡Yo me quedaré con ella!— Emmett informa.

Iván tuerce su entrecejo. —¿Con esa herida? Si, claro, el más lógico.— Se burla.

Emmett lo mira colocando sus ojos en blanco. —¡Si! Ella hablará conmigo. Y ustedes dos tienen demasiado trabajo que hacer.— Sonríe cínico.

OLIVIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora