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—Los dejo para que se conozcan.— La sonrisa de Elian es para nada sincera y ambos lo saben.

Samantha cierra los ojos y se cruza de brazos, bastante incómoda al mirar a  Peter frente a ella.

—¿Querés ir por un café?— Mira la oficina con una mueca.

—¿Un café?— Lo mira incrédula.

—Quizas sea más cómodo que hablemos en otro lugar.— Carraspea.

Ella asiente en silencio.

—Ire por mí bolso.— Murmura aún intentando procesar la información.

—Te espero en la puerta.— Se levanta, no quiere permanecer más tiempo de lo indicado en la casa de Elian.

Continúa hacia la salida encontrándose con sus custodios en la puerta del penthouse. Los mismo le hacen una seña y el asiente con la cabeza.

—Iremos a dar una vuelta.— Mira a su alrededor anunciando.

—Entendido, señor.— Responde el mas cercano.

—Veo que no perdés el tiempo, Chevron.— Iván se baja de su camioneta con una sonrisa torcida en su rostro.

—Claramente no lo hago, y a vos te encantaría estar en mí lugar.— Le guiña un ojo.

Iván alza su barbilla y sonríe con ironía.

—Todavia no entiendo cómo mí amigo llego a negociar una cosa así.— Suspira rodeando los ojos.

—Sera su problema.— Responde burlón.

—Pero si llegas a lastimar de la manera más mínima que sea a Samantha voy a cortarte la cabeza y colgarla en mí maldito recibidor.— Sentencia apretando su mandíbula.

Peter sonríe.

—¿Duele no?— Le guiña un ojo...

—Solo cerra la maldita boca.— Amenaza.

—De cualquier manera Elián no te la hubiera dado, prefirió dársela a Peter Chevron.— Vuelve a sonreír.

—Y muy pronto se va a dar cuenta del error que cometio.— Pone sus ojos en blanco.

Peter no responde ya que Samantha aparece por las puertas blindadas, lleva su abrigo y su cartera colgada del hombro.

—¡Hola Iván!— Sonríe con sus mejillas ruborizadas.

—¿Vas a salir con este imbécil?— Pregunta poniéndose frente a ella.

La castaña asiente mirándolo con sus ojos de cachorro.

—Tenemos cosas que hablar, sería mejor que nos dejes tranquilos.— Peter mete bocadillo.

—¡No te metas, Chevron!— sisea molesto.

—Ivan, tengo que ir con él.— Le susurra con calma.

A ella también le duele, pero sabe que su hermano igualmente nunca aceptaría su relación y ella no lo quiere perder, al igual que no quiere que Elian pierda a Iván.

—Tengo que hablar con vos.— Pide.

—Eso no va a ser posible.— Sonríe Peter tomando a Samanta de la cintura para tirarla hacia su auto.

—¡Estás advertido!— Sisea mirándolo con furia.

—No te metas en mí vida, Iván, porque vas a lamentarlo.— Sonríe cuando él decide irse hacia el interior del penthouse para evitar armar más alboroto con la castaña allí mismo.

OLIVIAOù les histoires vivent. Découvrez maintenant